15 minutos con Joey Cape

Amberes. Bélgica. 22 de mayo 2019. 6: 30 p.m.

Joey Cape aparece cruzando la pista. Del parking hacia la parte del pantano, avanza en direccción al local donde en un par de horas tocará Lagwagon. Lleva un pantalón y una casaca negros y un gorrito de estos que usan los pescadores en invierno, también negro. Tiene 52 años. Fumas, Joey, pregunto, no, no, ya no puedo fumar, y me muestra unas caramelos de nicotina que lleva en el bolsillo. Nos apartamos un toque hacia el bosque para conversar.

Joey, toda tu vida haciendo música sin parar. Para ti: ¿qué es la buena musica?

No sé cómo responder esta pregunta. Es algo diferente para cada persona. Pienso que la musica está hecha para inspirarnos individualmente y, en el mejor de los escenarios, para unirnos. La música es un lenguaje universal, sabes, todos podemos hablar el lenguaje de la musica, eso es algo lindo. De todas formas, cada uno tiene diferente gusto, y respondemos de diferentes maneras, incluso hay gente que no disfruta la música, pero eso es más raro…

¿Existe una diferencia entre buenas producciones y buena música?

Eso es también un concepto complicado, porque alguna gente realmente le gusta lo low fidelity thing, sabes… y esto se ha convertido en una especie de arte y estética en el proceso de hacer un disco que suena kind of lo-fi, y pues ese parece ser el objetivo artístico de mucha gente. A mí realmente eso no me importa. Para mí todo tiene que ver con la canción, la melodía, puedo escuchar algo que ha sido grabado en una diminuta machine tape y si me gusta la melodía, quiero seguir escuchándola.

Te despierta una emoción

La música es una cosa muy emocional, pero depende de cada uno, así que…

***

¿Cómo ves el punk rock como género y visión del mundo hoy?

Depende sobre qué parte del mundo hablemos, su evolución y desarrollo tiene diversas caras. En algunos lugares va de arriba abajo, y en otros desapareció por un momento, pero luego volvió. Yo hablo desde mi perspectiva, desde mi subjetividad, porque hay muchos tipos de sonido punk rock y ha existido desde hace mucho tiempo… el punk rock… difícil… significa muchas cosas, difícil decirlo… esta es mi respuesta profunda. El punk rock en mi vida es una cosa consistente, un sosten constante. Es una buena cosa eso.

¿Qué recuerdas de Perú?

La ultima que estuvimos en Perú tocamos en un barrio medio alejado… con los parlantes ahi colgando… esa noche fue… bueno estuvo ahí, pero recuerdo que la pasé super bien cuando tuve un solo-tour, en un bar…

La Noche de Barranco

Sí. Esa noche fue una linda experiencia. Creo que si vas a ir a algún lugar, más alla de tocar un show, hay que experimentarlo un poco. Aunque no he pasado tanto tiempo en Perú, espero algún día hacerlo, quiero ir a Perú como turista, y tú? ¿Qué haces acá si eres de Perú?

Vivo en Luxemburgo

Me gusta Luxemburgo. Es pequeño el país, ¿verdad? Te cuento: casi muero en Luxemburgo. Tuve algo así como una insuficiencia hepática en tour y me tuvieron que llevar al hospital. Eso fue hace como tres años. Estuvimos con NOFX y Alkaline Trio, tocamos allí y, ese amigo de allí, ese que ves en la puerta del bus, me llevó al hospital, me salvó y pasé todo el dia allí haciendo exámenes.

Joe Raposo (bajista de Lagwagon) sale del bus rumbo a la parte posterior del local. Lleva un plato de plástico azul con rastros de mayonesa y ketchup y dice que tiene trabajo por hacer. Luce como si recién hubiera acabado de almorzar, siendo ahora mismo casi las 7 de la noche. 

***

Sobre la creatividad, Joey. ¿Cuándo ves una canción? ¿Cuándo ves una melodía? ¿Cómo funciona eso en ti?

It´s all about cambios, about verys. La mayoría de las veces escucho una melodía primero y la tengo aquí en la cabeza, usualmente cuando estoy manejando, lo cual es medio extraño, una parte de mi cabeza que ha estado acostumbrada a manejar abre mi mente a la creatividad. No es que maneje muy rápido, manejo como un viejito, bueno vivo en una ciudad, no se puede manejar rápido, hay mucho tráfico…

Así te llega la melodía…

Sí, la melodia, normalmente la escucho y el proceso arranca desde ahí, se queda conmigo, siempre vuelve. Luego siento que puedo haber algo allí y empiezo a buscar la guitarra o el piano y trabajo en ello. Las letras vienen después.

¿Creas siempre la música primero?

Sí, siempre es primero la musica. Escucho composiciones, melodías, armonías y se quedan en mi cabeza…para muchos songwriters no es así, primero hacen la letra, pero no para mí, siempre llegan al final, trabajo mucho en ellas, es la parte más dura.

El texto en tu música tiene un lugar fundamental

Es lo que más trabajo me toma. Trabajo mucho el texto. La cancion viene natural, viene fácil, pero para las letras necesito pensar, trabajar muy duro, porque trato de que sean lo mejor que pueden llegar a ser. De tanto en tanto, podría escribir una cancion de una sentada, pero la mayoría de ellas necesitan semanas, realmente intento que lleguen a ser lo mejor posible.

Parece el trabajo de un escritor

Totalmente. Es menos un poema de lo que es un ensayo, asi es más o menos mi proceso. Cuando me iba haciendo viejo entendí también que la poesía se volvía más lo mío y en mis canciones.

¿Lees mucha literatura?

Sí! He leido poesía, pero en realidad más novelas y no-ficción.

Qué tengas un super show hoy, Joey. 

Gracias.

Punk in Drublic: crónica del concierto

Tengo el poster del primer concierto de NOFX en Lima enmarcado en una pared de mi cuarto. Fue en octubre del 2006. Después de la estafa y triste cancelación de su primer concierto, NOFX volvió al Perú y hasta The Decline tocaron. Tenía veinte años. Después de verlos por primera vez entendí ciertamente mejor lo que es el punk rock y cómo la música que escuchamos se vincula con nuestra visión del mundo.

Pasaron 13 años para verlos otra vez. Esta vez vinieron con toda la mancha californiana: Less Than Jake, Lagwagon, AntiFlag y Bad Religion. Es soso explicar la importancia de estas bandas en el punk rock mundial: lo evolucionaron, le dieron un toque emocional a la velocidad. No hablamos acá de otros grupos de amigos (Rancid, Pennywisse, etc.), sino particularmente de esta batería de gente cuyo principal showman es Fat Mike y su Punk in drublic.

***

Como tenía que recoger el ticket exactamente a las cinco de la tarde, salí en forma de catapulta del trabajo. Me escabullí. No podía llegar tarde a este show y perderme Lagwagon.

Manejé muy rápido desde Luxemburgo hasta Colonia. La chica que me vendió el ticket enfatizó en la puntualidad porque ella quería ver a una banda que tocaba temprano. Si llegas tarde, pierdes el ticket, me dijo, y eso en un show sould out y arriesgando perder mi fin de semana me motivó a manejar demasiado rápido. Me sentí como cuando salía de la universidad los viernes, ansioso y feliz de dejar los deberes para ir con mis amigos a beber y divertirnos. Cuanto puede cambiar una vida en 15 años…

Llegué a Colonia: ciudad alemana en una tarde gris y lluviosa. Crucé el Rin. Encontré a la chica del ticket. 50 euros. Dankeschön.

***

Dejé el carro en un parking cerca de la catedral. Tenía una hora para llegar al llamado Tanzbrunnen. En oscura esquina de aquella calle, encontré una pequeña tienda, una especie de bodega. Compré cinco cervezas y me comí una especie de hotdog con un pan. No había almorzado nada. No tuve tiempo. Bebí las cervezas camino al hotel, casi corriendo del miedo de perderme más minutos del concierto. La cerveza se llamaba Kolsch.

Salí del hotel. Busqué un taxi sobre la calle Frankenwerft y encontré uno llamado “Taxi Karaoke”. Caray, increíble, un turco con barba blanca hacía taxi pero la condición para llevarte era cantar. Yo llevaba las cervezas en una bolsa blanca, tenía que tomarlas muy rápido. Soy peruano. No quiero cantar. ¿Tienes algo de NOFX? Esas sí me las sé. Bueno, el hombre cantó, cantó una cosa tal vez en turco o kurdish, no lo sé. Llegué al local unos 10 minutos después.

Estoy adentro, pensé, y cuando vi a miles de personas, una masa de miles esperando a Lagwagon, me sentí un niño otra vez, un adolescente perdido, un capullo al que solo le interesaba la música a los 15. Cuanto puede cambiar una vida en 15 años…

***

Lagwagon y el punk melódico

Estos chicos tienen una definición propia al respecto. El punk rock es violento por definición pero conecta con emociones adolescentes que, ciertamente, no desaparecen nunca. Joey Cape no le canta al amor, le canta a todo lo que nos excita y nos decepciona.

Bad Religion y los caballeros del punk

El sonido fue una cosa de locos. Las guitarras sonaban como tu peor pesadilla. La batería parecía un choque entre dos camiones. Los alemanes son grandes. Yo soy peruano: chato y flácido. El pogo era una cosa agresiva y movediza. La banda tocó 22 canciones solo con un breve stop para anunciar la salida de su nuevo disco. Tienen más de 30 años tocando. ¿Cómo madura el punk rock? Tienes que escuchar a Bad Religion. La mejor banda del festival.

NOFX y el punk rock actual

Qué linda tarde de primavera, dice Mike al subir al escenario justo cuando empieza a caer una tenue lluvia. Cómo se divierte Eric Melvin al tocar. Cómo salta, cómo mueve sus dreads azules. Eso es ser un niño. Eso es ser un niño punk rock.

NOFX ha llevado el punk rock a niveles nunca imaginados. Festivales gigantes en todo el mundo, cerveza de la disquera, merchandising de hasta 100 euros. La cerveza, la verdad, no me pareció tan rica, tenía el sabor de estas cervezas artesanales hipsters… bueno, Colonia es medio posera la verdad. Mucho punk, sí, pero también mucha estética de niño deprimido, de niño alemán deprimido, interesante ver eso en contraste con la calma de los cincuentones que también estuvieron el pogo cantando y golpeando NOFX.

***

El concierto terminó. Me quedan zumbando los oídos y una leve sensación de vacío post extasis emocional. Fui caminando al hotel hacia al otro lado del Rin. Paré en un kebab para bajonear. El chico que atendía me explicó que Turquia tiene diversos dialectos e idiomas y que él hablaba kurdisch, no turco, que no podía confundirme, que era muy importante para él que yo leyera al respecto, por favor, amigo peruano, lea al respecto, es una cosa muy bonita, y yo gracias, gracias, buenas noches, hasta luego, estaba muy cansado como para hablar.

Hasta luego -digo saliendo del pequeño y vacío local de luces amarillas.

Buenas noches, amigo peruano.

Nubes en Mallorca

Nubes en Mallorca

Mi novia y yo nos fuimos a Mallorca a pasar el fin de semana de pascua. Queríamos unos días bajo el sol furioso de una isla, disfrutar horas en la arena y escapar del otoño extraño y frio de fines de abril en Luxemburgo. Fue una gran decepción para nosotros, antes de aterrizar y ver el trayecto final del continente hasta la isla, ver las cargadas nubes negras que avizoraban lluvias para los próximos días. El avión tuvo que mantenerse casi media hora en el cielo porque no podía descender por la intensidad del viento. Toda esa media hora fue una gran crisis nerviosa para nosotros.

Tomamos un taxi desde el aeropuerto hasta la playa Can Picafort. La taxista era una mujer mallorquina de unos 45 años. Pelo amarrado arriba y lentes ray-ban al stilo Brad Pitt.

-¿Y desde donde vienen ustedes? –pregunta.

-Yo soy peruano y ella luxemburguesa –respondo.

-¿Vienen de turismo?

-Sí, solo tres días para disfrutar de la playa, pero…

Muevo mi cabeza decepcionado.

-Joder qué mala suerte

-Qué se le va a hacer.

La mujer nos explicó que hay una ciudad llamada Inca, y que como le dije que era peruano se le ocurrió que podía interesarme.

>>Allí trabajan mucho el cuero, la piel, muchos no saben pero Mallorca exporta mucha piel, los turistas creen que solo somos fiesta y Palma, pero en verdad hay muchas más cosas por ver y la vida es muy buena. A ver, que España está mal es una realidad. Pero que se vive bien también es verdad. ¿Por qué creen que tantos alemanes e ingleses vienen acá a vivir de sus pensiones?

Sobre la carretera vemos un LIDL, un supermercado alemán muy conocido por sus precios cómodos.

>>Sí, dice la mujer, los supermercados alemanes tienen de publicidad que todos sus productos son mallorquinos… pero eso es mentira, yo prefiero comprar en las tiendas pequeñas, los productos más frescos y baratos. Los alemanes se han hecho ricos en Mallorca. Si tienen la oportunidad de comer ternera, háganlo chicos, que se come esto en esta época en Mallorca.

Llegamos a Can Picafort y la señora nos desea un buen fin de semana. Graciosa resultó la señora.

***

Nuestra habitación aún no estaba lista así que fuimos a la playa bien abrigados con chalinas y casacas contra la lluvia para disfrutar de la tormenta. Can Picafort es una pequeña playa con un sector comercial de unas cuantas calles que desembocan en el mar. Pero cuando tomamos rumbo a la playa, cruzando casas de playa con jardines y terrazas, y de pronto empezó a llover tan furioso que no se podía simplemente estar en la calle.

-Vamos, vamos a un bar.

Entramos a un bar y la chica desde la barra nos saludó en alemán. Me quedé sorprendido: muchos hinchas del Borussia Dortmund estaban sentados en tres meses, ocho o nueve personas en total, apoyando a su equipo en un encuentro frente al Freiburg por la Bundesliga.

De la nada, la puerta del bar se abrió y todo el viento de la tormenta entró violento. Fue mi culpa porque no la había cerrado bien. Fui directo, pedí disculpas por la torpeza, a intentar cerrarla pero no podía por la fuerza del viento. Uno de los hinchas del Dormuntd se acercó directo a ayudarme, y me indicó que tenía que subir un poco la puerta, que tenía un truco esa puerta, que no está acostumbrada a tormentas.

Pedimos una cerveza y un agua con gas. No entendemos bien qué estaba pasando: la carta está en alemán, todos hablan alemán, la cerveza es alemana, la única española que tienen es Estrella, y hasta el clima parece alemán.

No escucho una sola palabra en español.

***

Salimos al malecón y vemos a todo los turistas abrigados en casacas térmicas contra la lluvia, bufandas, guantes, abrigos largos. Qué decepción. El salvavidas miraba al mar solitario: no había ningún nadador. Los padres que vacacionan con hijos cubrían los coches con plásticos para que el viento no afecte a sus bebes. Los vendedores, que no son españoles y hablan alemán sin acento, guardaban sus productos o los cubrían del agua. Vimos una calle que se llamaba “Alemania” en el malecón. Un restaurant vendía “Fleisch vom Grill”. Un hombre gordo y de pelo ondulado blanco y largo trabajaba unas correas de cuero. No paraba de llover.

Cuando llegamos al hotel nos refugiamos en la habitación helados y cansados.

Y de allí no salimos tres días. El viento nos movía el cuerpo y era mejor no provocar a un resbalón. La gente tosía. Parecía que todos tenían una especie de gripe ocasionada por el clima húmedo y la tormenta inesperada. Las piscinas en el hotel nunca lucieron tan solitarias.

Todos fuimos a buscar sol y encontramos solo tormenta.

A veces la vida es así.

El odio que nos habita

 

Parece que en los últimos tiempos…

Yo no voy tanto a la iglesia, pero que se haya quemado Notre Dame me hace pensar en como toda la humanidad, todo lo que ha sido tocado por el hombre, puede desaparecer por un fuego simbólico, la inexistencia, la flama volcánica en el centro de una idea, de un deseo, de un error.

Parece que en los últimos tiempos…

Gaza destruida en una guerra interminable. Hamás e Israel en un conflicto que ellos creen épico, pero que solo mata a inocentes y nadie en el mundo hace nada para salvarlos. Las guerras son distorsiones absolutas de lo humano. Pero algún historiador me podría refutar: la guerra es la expresión de lo humano, de lo sórdido, la expresión del mal, del odio que nos habita.

Parece que en los últimos tiempos…

Muchos refugiados llegan a Alemania y Perú. Y aunque Alemania ha acogido a miles en los últimos años, hoy la discusión es: ¿deberíamos encarcelar a los ilegales o regresarlos a su país? Otra disyuntiva humana, política, el mundo se desborda por todos lados, ¿cómo va a terminar toda esta H I S T O R I A?

Parece que en los últimos tiempos…

Nos hemos vueltos más frágiles al tiempo que más despiadados. Si estamos destruyendo el medioambiente, ¿qué importa?, si discriminamos o somos racistas, ¡da igual! ¡si así somos todos! Nos hemos ido matando poco a poco, todo es un tormento y basta ver cómo despertamos todas las mañanas: lo primero que buscamos es el celular y allí empezamos a morir poco a poco.

No vivimos sosegados.

No vivimos libres.

Parece que en los últimos tiempos…

Solo nos quedarán árboles raquíticos y plazas sin palomas.

Trabajar para (sobre)vivir

Una vez leí en una crónica de Lobo Antunes esta frase: cualquier luz es mejor que la noche oscura. Creo que la descubrí poco tiempo después que me mudé a Madrid cuando mi único objetivo era conseguir dinero para vivir. No me desanimé en mi búsqueda, pero los meses hicieron muy difícil sobrevivir en la capital española. Caray, qué difícil era siquiera conseguir una entrevista, que me respondan los correos, que al menos revisaran mi CV. Cualquier luz es mejor que la noche oscura: Con el reflector de esta frase y al borde del descalabro económico conseguí mi primera experiencia laboral en tierras españolas en Leganés, un barrio a una hora de Madrid.

-Que te tomas el tren desde Atocha, tío, y desde allí es media hora hasta Leganés.

Como prefería gastar mis monedas en comida y no en transporte público, en Madrid me hice caminante. Andaba y andaba por horas desde los puestos  de flores en Tirso de Molina hasta la plaza San Idelfonso en Malasaña, y de bajada a mi casa preguntaba en todas las librerías de Lavapies si necesitaban a alguien que vendiera sus libros. ¡Pero si hoy ya nadie lee!, me dijo una señora cuya librería estaba pintada con árboles que me daban la sensación de estar en un bosque o en una página del Señor de los Anillos. ¡Ya nadie paga por libros, chico!, gritó la señora cuando yo ya tenía medio cuerpo afuera de la librería y los árboles.

Agradables. Verdaderas. Así son las calles de Madrid.

Pero duras, muy duras, muy duras para encontrar futuro, para rasgarlas, para sacarles brillo. El grabado de las calles de Madrid no te deja resbalar, es muy áspero.

-Nos vemos a las 11:00 entonces, te bajas en Leganés y luego me llamas para indicarte como llegas a la biblioteca.

-Hasta mañana.

Y me fui a dormir feliz sabiendo que al día siguiente haría mis primeros euros en España luego de tres meses de ser un total improductivo económico.

Madrid

***

La mañana era lluviosa. Era Marzo. Madrid en marzo es lluviosa. Me quedo con el olor de la pista mojada de esa mañana, con el movimiento de las miles de personas en direcciones infinitas. Madrid en marzo es lluviosa.

Salí de mi casa hasta la plaza de Tirso. No sabía si era mejor ir por Lavapies, así que tiré hacia delante, directo, cubriéndome de tanto en tanto de la lluvia en alguna tienda o locutorio a fumar un cigarro sin comprar nada. No tenía paraguas. Ya no tenía nada para gastar, en realidad. Ya había desayunado un pan y un vaso con agua. Eso me duraría hasta el almuerzo, pensé.

Llegué a Antón Martín y pasé por el Cine Doré. Me dieron ganas de ver una película, con la plata que gane hoy vendré al cine, pensé, ojalá todo salga bien, si no, no tengo como volver a Madrid, si lo logro, veré a una película de la última función. La calle empezó a descender, era la calle Atocha, caminé directo hasta El Retiro. Justo al frente estaba la estación. Crucé la gran avenida, qué larga avenida, muchos segundos para cruzarla, tal vez 30 o 40, cuánta gente, qué bulla. Compré el ticket y fui hacía el andén a esperar el tren.

Cuando entré al tren me acomodé cerca de una puerta. Detrás de mí subió un hombre gordo de casaca de cuero y barba blanca, llevaba una guitarra en la espalda y un sombrero grande y redondo, esos que te protegen todo el cuerpo de la lluvia. Empezó a cantar. El tren no iba tan lleno y era muy silencioso, nadie hablaba, la voz del gordo se escuchaba muy clara y agria, el paisaje madrileño de las afueras era árido y se veían muchos tugurios de edificios y ventanas con ropa tendida en las afuera, eso que los españoles llaman la colada.

Juro que el gordo en una de sus frases cantó:

cualquier luz es mejor que la noche oscura

pero no reconocí la canción, no sé si era Lobo Antunes

Y yo me quedé pegado hasta que llegué a Leganés. Bueno, vamos. Ha pasado casi hora y media desde que salí de mi casa.

-He llegado. ¿Y ahora? –llamé a mi futuro estudiante.

-Camina de frente hasta la Universidad Carlos III, allí hay un portal y lo cruzas, llegas al campus y al final está la biblioteca.

Salí de la estación y caminé directo. Vi muchas casitas pequeñas, portales de vidrio y metal blanco, como especies de quintas. Al final de una esquina muchos señores de edad avanzada hacían una cola, y cuando vi el nombre del local al doblar vi que era una casa de adulto mayor y allí recibían comida refugiados y extranjeros.

Llegué a la universidad y allí me esperaba mi alumno.

-Joder, tío, sí que te has demorado, qué tal, soy Jose.

-Santiago, un gusto, perdona pero estamos super lejos.

-Nada, nada, vamos adentro para que conozcas.

Entramos a la biblioteca. Encontramos una mesa para dos. Empezamos a estudiar gramática alemana básica. Jose se veía entusiasmado por aprender, pero su voz era aguda y constante, como de presentador de programa concurso, me aturdía un poco. Se me hacía difícil hablar en alemán con él.

Pero no importó. Había logrado tener mi primer estudiante y mis primeros cuarenta euros en Madrid. De aquí en adelante, lo que venga. 

¿Cualquier luz es mejor que la noche oscura?

No lo sé, pero al menos esa noche fui al cine.

Oficialmente adulto

Dale play

Es como una especie de peso. Una almohada alargada, como una serpiente, sobre los hombros. Con los años es más difícil de llevar, cada cierto tiempo se transforma, es una cosa muy antropomórfica, muy incómoda cuando siente que se hace vieja. Cuando llegan los treinta años, dice Samuel, es como si todo se volviera más aburrido, todo va cuesta abajo, dejas de ser joven.
(Suena un silbato en una cancha de fútbol)
¡Despierta! ¡Ya tienes 30 años!
Hubiera querido despertarse en otra ciudad. Tal vez vivir otra vida.

***

Yo tenía un amigo en la primaria. Se llamaba Samuel. Samuel soñaba mucho y a mí me gustaba estar con él porque era como distinto, y sus viejos tenían una onda más moderna que los míos, que eran más bien conservadores y rígidos. La pasaba bien en su casa, jugábamos play station o super nintendo y nos alegrábamos de que a veces apareciera Perú en la lista de los países para escoger. A veces nos quedábamos horas esperando las 11 de la noche cuando pasaban los programas para adultos en Uranio 15.

En todo caso, esa era la hora para mí de volver a casa. Normalmente mi mamá y mi abuela seguían viendo la novela y yo me escurría tranquilo hacía mi habitación. Tendría 11 o 12 años. Samuel soñaba mucho. Me hablaba de las grandes ciudades de Europa y Estados Unidos,  que tendríamos que irnos de este barrio algún, de este pueblo horrible, para poder hacer lo que queremos con nuestra vidas.

-¿Pero qué queremos hacer con nuestras vidas, Samuel?

-Queremos jugar fútbol, Santiago.

-¿Pero a dónde nos vamos a ir?

Samuel y Santiago jugaron fútbol de niños pero nunca más se volvieron a ver

Pero yo era un negado para el fútbol. En el colegio a veces podía ir al arco, o me tiraban a jugar al medio del campo, pero fui un negado absoluto para la pelotita. Me esforzaba, resondraba, me barria si era necesario, pero había que lidiar con ese fracaso. Con Samuel, en cambio, era diferente: era alto, corpulento y, aunque teníamos la misma edad, tenía mejor porte que yo y no paraba de hacer goles, todos los años era elegido el mejor jugador de los torneros, todas las chicas del colegio se morían por él. Por eso me gustaba siempre estar con Samuel, me parecía un amigo genial e inteligente.

Pero un día Samuel se fue a Estados Unidos. Creo que fue antes de que cumpliéramos 16 años. Su mudanza fue tan repentina que ni nos despedimos. Le dieron la visa a sus papás, que querían escapar de la crisis de los noventa, de la dictadura, su papá era empresario, era una familia de plata, nadie se explicaba por qué vivían en La Perla. Mi amigo se fue para siempre y me quedé solo en la cuadra.

***

(Suena un un silbato en una cancha de fútbol)

Pero lo que te quería contar, Samuel, pasó unos años después de que desaparecieras. A Inicios del 2007. El Perú ya había salido de la dictadura, Fujimori y Montesinos estaban en la cárcel, y a mí me chupaba un huevo todo. Había perdido a mi mejor amigo y con él se habían ido todas mis motivaciones para irme algún día del barrio, para cambiar mi futuro, nada me satisfacía, y tenía que escoger entre ser mediocre  o ser un estúpido. Creo que ser mediocre es peor porque este no quiere cambiar, aunque sabe que tiene que hacerlo, y el estúpido simplemente no se da cuenta de nada.

¿Qué es peor, Samuel, ser mediocre o ser estúpido?

Y entonces te vi, Samuel, te vi en el Metro de la avenida La Marina. Yo iba caminando a la Universidad, recién había ingresado a la Católica, y te vi rapado, flaco, solo, no llevabas la pelota en tu zurda, no usabas más el pelo largo como Kurt Cobain, más bien llevabas un uniforme de policía, comprabas leche y pañales, esperabas el vuelto de la cajera, y quise saludarte pero, ¿para qué?, ya había pasado mucho tiempo, ya nuestra amistad la habíamos enterrado, ya todos nuestros sueños los habíamos olvidado.

¡Despierta, Samuel! ¡Tienes 30 años!

Y tu hijo tiene 10.

Coma tecnológico

Cada seis minutos mira su celular.
No importa si se está comiendo un arroz con leche, o viendo alguna comedia con Ben Stiller: cada seis minutos mira su celular.
No se da cuenta, no espera nada en particular, ni un correo laboral o alguna noticia que cambie su vida: cada seis minutos mira su celular, le da una vuelta al Facebook, arriba, abajo, nadie le ha escrito, ¿por qué nadie me ha escrito?, qué aburrido el puto Facebook, todos reniegan, todos opinan, y luego se sumerge en el Instagram, se mete a ver las historias de 30 segundos que suceden en tiempo real en todo el mundo, y allí ve a los pocos amigos que le quedan del colegio y hasta a Kim Kardashian. 

Cuando va al baño, es imposible que lo haga sin su celular. Tiene que mirar su pantalla, tiene que leer algo que le ayude a digerir los miles de contenidos a los que se expone a diario. ¿Postverdad? Qué concepto de mierda. ¿Cuándo ha sido ‘la época de la verdad’, para hoy vivir en la ‘postverdad’? ¿De dónde ha salido este intento de concepto? Que, para colmo de males, defiende la idea de que hoy todo es mentira, todo es propaganda. El mundo siempre ha sido así, solo que ahora lo vemos todo distorsionado en esta diminuta pantalla, todo es un puto vértigo. Lo que sí es nuevo es nuestra ingenuidad, nuestro crecimiento como robots adictos al consumo de lo estúpido.

Nuevamente pasan los seis minutos, y nuevamente mira su celular.
Ahora ve una fotografía. Qué linda ella en la playa.
(siempre le pareció que ella tenía algo de pájaro, las cejas, la boca)
-Nunca le hablaste en tu vida, baboso.
Pero ahí le queda su celular pues, al menos para verla de tanto en tanto.

De los padres y los besos

El plato de comida espera sobre la mesa.
-No comas frío, por favor
¿Y ahora qué vamos a hacer con esta situación?
Ciertamente, era insostenible, los platos nocturnos terminaban destrozados en miles de pedazos de porcelana barata en el piso, el ají de gallina manchaba las paredes, la mujer del espejo ya no era su madre, y a su padre no lo vio casi nunca.
¿Y ahora qué vamos a hacer con esta situación?
Cuando salían a tomar helados ya la historia de sus viejos tenía un final indefectible. La imagen de tener a mamá en la mano izquierda y a papá en la derecha fue la primera gran mentira que experimentó en su vida. Eso no existe. Nunca existió. Nunca los vio besarse, ni en la tarde de su bautizo, cuando toda la familia animó con silbidos y aplausos a la fría pareja a darse un piquito
-¡Beso, beso, beso!
Pero no se besaron.
-Ya te he dicho, tienes que estudiar mucho, Ricardito, así serás un buen hombre
Pero eso a él no le importaba y se fue a buscar otra empanada de carne o un flan fresco. La familia se despedía poco a poco, gracias por la invitación, todo lindo, gracias por venir, la Pilsen y el pisco sour ya se acabaron.
(Pasaron 23 años)
Hoy espera tranquilo y cansado la noche con un plato de comida sobre la mesa.
-No comas frío, por favor

Hay fuego en el 23…

-¡Despierta, despierta! ¡La casa se está quemando!
Crecí en Los suburbios de Lima, en La Perla, por aquel entonces zona de quintas con casas de madera roída por la brisa del mar del Callao. Mi madre me llamaba
-Santiááááágo…
esto siempre sobre las ocho de la noche, cuando debía dejar de jugar la final de la champions armada con arcos de latas de leche anchor, había que terminar el gran torneo de mete-gol-tapa que estampaba balones en una puerta de metal, cuyo contenido era el motor de la electricidad de la cuadra. Había que volver a casar a cenar y a dormir.
-¡Despierta, despierta! ¡La casa se está quemando!
los gritos salían de las quintas en forma de alarmas y sirenas, el humo se escurría de la casa de la señora Susana, la señora de las salchipapas, una amable madre de cuatro hijos que posicionaba su carrito sanguchero en la puerta de su quinta todos los días a las 8 de la noche en punto, allí hacíamos cola para recibir nuestro plato de plástico repleto de papas fritas y un glorioso pollo crocante por 4 soles y, para los más pudientes, 6 soles.
(La señora Susana perdió en el incendio a su hija de 18 años, esta murió ahogada y carbonizada. Su carrito sanguchero tuvo el mismo destino)
Todo olía humo desde la ventana de mi cuarto. La gente del barrio se agrupó en la pista para ver qué pasaba con el rescate de los demás afectados. Veía los techos de estas casas precarias: ropa colgada interceptada por cables de televisión y electricidad, pelotas rotas, maderas podridas, cajas, cientos de cajas, y alguna zapatilla vieja, sucia y solitaria sin su par.
-Santiááááágo…
a dónde vas, dijo mi mamá, llamándome, mientras atravesaba la pista para saber qué había pasado, pero era muy pequeño, nueve años tal vez, nadie me hacia caso y nadie me contó nada porque era cosas de adultos, así que regresé a casa y le conté a mamá que vi un cuerpo en el piso envuelto en una bolsa negra, que por el tamaño tenía que ser Valeria, la hija de la señora de las salchipapas, la hija de la señora Susana.

Esa noche la brisa era fuerte y fría.

Fuerte y fría.

Inmunes a la tragedia

El fútbol peruano se ha muerto un poquito más con la partida de Carlos ‘Kukin’ Flores. La policía lo ha encontrado en posición cúbito dorsal, ya fallecido de un paro cardíaco causado por una crisis de paranoia. ¿Quién es responsable de la muerte del ex talentoso futbolista peruano? ¿Cuántas veces más en el Perú tiene que morirse alguien para darnos cuenta lo poco empáticos que somos con la tragedia del otro? Solo nos importa el morbo, el qué dirán, si fue un drogadicto más, pues es su vida ¿no?

Que Kukin fue un jugador fuera de órbita es cierto. Que Kukin tenía una zurda de otro planeta también es cierto. Que jugó en casi veinte equipos alrededor del mundo también lo es. No haremos un repaso de lo crack que era. En La Central más bien nos preguntamos: ¿Por qué nadie pudo ayudarlo a salir de su adicción? Un adicto necesita ayuda profesional y no puede solo depender de su voluntad para salir de su hoyo. El Perú ha matado a Kukin.

Así te recordaremos, Kukin.

Veo al esbirro Beto Ortiz en su insufrible programa “El valor de la verdad” y le dice Kukin: tú no pasaste por la prueba del polígrafo hace tres años, qué pasó, ¿arrugaste? Y el ex futbolista responde: mi hija no quería y ella me aconsejaba que mire el presente, que ya lo del pasado estaba en el pasado, pero yo quería venir aquí para dar un testimonio de vida y cambiar la idea que la gente tiene de mí. Y allí al lado estaba el entrenador César ‘Chalaca’ Gonzales, siendo cómplice de ese circo de la inmundicia. Probablemente en esa época Kukin estaba muy enfermo de su adicción. A Kukin le preguntaron si recayó en las drogas, si robó, si sus padres lo dejaron en la calle, si le pegó a su mujer… todo el paquete del morbo de los televidentes.

Entonces: si todos sabíamos que Kukin estaba enfermo, ¿por qué nadie lo ayudó? Mi hermano mayor tiene hoy 48 años. Él creció en el Callao profundo junto a Kukín cuando jugaban de muy pequeños en La Perla y en el barrio de Canadá. Él cuenta de la precariedad con la que vivía la familia Flores. De los once hermanos, Kukín era el menor y desde muy niño tuvo que salir a las calles para ganarse la vida. ¿Dónde estuvo el Estado peruano en ese momento para proteger a un talentosísimo futbolista en formación? ¿Qué nos pasa como sociedad para ser tan insufribles?

Mi hermano, cuatro años mayor que Kukin, cuenta: “Cuando jugábamos en la calle y la pelota caía en la cochera de la familia Maldonado en la avenida Huáscar, los perros devolvían la pelota agujereada, pero a Kukin no le importaba, él seguía jugando con la misma pelota pero sin bote”. ¿Es esa la vida que merecía Kukin? Estamos tan acostumbrados a la tragedia, ¿qué ya nos hemos vueltos inmune a ella?

En el mundo ideal de Kukín, no habría habido alcohol, ni drogas, solo habría habido fútbol, paz y tranquilidad.

Pero en el Perú el mundo ideal es solo para unos pocos. Lástima que Kukin no fue uno de ellos.

Nota final: repudiamos las fotos que están circulando en redes sociales del cuerpo de Carlos Flores. Solo podemos sospechar que fueron tomadas por los efectivos de la policía. La comercialización de material de investigación policial es una práctica indigna e irrespetuosa con el dolor de los familiares que se denuncia desde hace tiempo. Es un acto deplorable y esperamos caiga todo el peso de la ley sobre lo responsables.