Contra la autoayuda

Hace diez años en la feria del libro de Frankfurt, un experto alemán predijo que para el 2018 el libro como objeto cultural sería obsoleto y habría desaparecido. Pero lo que yo veo en a feria del libro más grande del mundo es lo contrario:  una exagerada de reproducción del libro como objeto en todas formas en sus infinitos anaqueles, casi borgianos. Y me pregunto: ¿Qué hace que un libro sea ‘bueno’? ¿Qué factores usamos para calificar a un libro de ‘malo’?

Algo que salta a la vista en la feria del libro de Frankfurt es la exagerada publicación de libros de autoayuda: en librerías comerciales ya toman una buena parte del espacio. Y los títulos extrañamente no difieren mucho entre sí mismos. Cojo tres al azahar: “La última lección” de Randy Pausch, “En busca del sentido” de Victor Franki  (este jugando descarado con Proust) y uno más para darle sentido al ejemplo “Siete hábitos de gente altamente afectiva” de Steve R. Covy. Lo que veo en estos títulos es que se asume que el lector está perdido, desesperado, y al comprar uno de estos libros reconocemos que nuestra visión del mundo es errada y que necesitamos que alguien nos diga qué estamos haciendo mal. 

¿Qué podemos hacer mal en nuestras vidas? Pues no tener éxito en el trabajo, en la universidad , en el amor, en general, en los hábitos del capitalismo que dominan el mundo actual. Ante esta crisis, el fracaso nos obliga a buscar un cambio, un desarrollo de ciertas habilidades para lograr lo que quieres. Y en este fenómeno entra a tallar el negocio de la autoayuda.

Y creo que la frase del novelista Aldous Huxley es precisa para explicar lo que sucede: “No hay mayor negocio que vender a gente desesperada un producto que asegura eliminar la desesperación”.

¿La autoayuda tiene buenas intenciones? Tal vez. Pero sobre eso no radica lo importante: la autoayuda es un negocio y funciona como tal y no tiene absolutamente nada que ver con la calidad literaria o con la belleza y valor cultural de un libro como producto de conocimiento. Lo que importa son las ventas.

Es decir: ¿Realmente alguien puede ayudarnos a sobrellevar nuestra crisis existencial con 25 consejos prácticos? Respira, si sientes nervios; haz yoga, si últimamente vives tenso; recuerda algo feliz cuando la tristeza te domine. Acompañar a un amigo en sus penas es lo más saludable en estos casos, pero ello no significa que su tristeza se esfumará de la nada. Los únicos que podemos saber cómo sobrellevar la vida somos nosotros mismos. Me parece arrogante pensar que si escribo un libro esté ayudara a mil personas por igual a encontrar su centro emocional. Tal vez por eso los que se dedican a buscar cosas más esenciales a través de la escritura no acceden a grandes editoriales y están resignados a hacer otra cosa para poder vivir. 

Entonces, es prudente hacer la diferencia de calidad entre los libros de calidad y de no calidad. Con esto respetamos a los que aún intentan mantener con vida a la esencia del libro por sus verdaderos orígenes como generador de conocimiento en todas las disciplinas académicas. La autoayuda puede estar muy bien escrita (hoy existen profesionales que escriben en perfecta forma pero vacío fondo), pero esa no es la única condición para hacer de un libro una cosa bella.

Un libro es mucho más que eso. 

Que todos se enteren