Yohny Lescano está convencido que no ha hecho nada malo. A pesar de lo inverosímil que resulta su argumentación (la tolerancia de la denunciante y la mano fantasma que envió los mensajes), sigue convencido de que sus acciones no constituyen ningún acto ilícito.
En su afán de defenderse, no solo ha discutido en duelos televisivos con varias periodistas desestimando la denuncia por acoso, sino también se negó a desalojar el hemiciclo del Congreso el día del Pleno Mujer a pesar de los reiterados pedidos de Daniel Salaverry. Incluso en la mismísima jornada por el 8M, ha tenido el atrevimiento de saludar la lucha por los derechos de la mujer.
EL MACHISMO COMO ALIADO
En una sociedad profundamente machista como la peruana, no debería sorprender que en todos los programas donde se analiza la denuncia por acoso en contra del acciopopulista, una gran cantidad de mensajes busquen minimizar la responsabilidad de Lescano.
En el streaming del programa radial de Rosa María Palacios, se contaban por docenas los mensajes en los cuales responsabilizaban a la denunciante por enviar mensajes a media noche, por no cortarle la conversación cuando empezó con bromas en doble sentido o simplemente por comunicarse con un hombre casado por la noche. Algo similar sucede cuando en las encuestas virtuales de los programas donde Lescano tuvo intervenciones, casi la mitad de los votantes se ponían del lado del parlamentario, lo que ha llevado al político puneño a concluir que la mayoría lo apoya.
Puede ser cierto que esa mayoría exista, pero no se debe a que Lescano no tenga responsabilidad ética y posiblemente penal: se debe a que estamos inmersos en una cultura machista y patriarcal, que se resiste a aceptar que exista una forma penal que sancione el acoso. Entonces el apoyo no es a Lescano, el apoyo es a considerar que el acoso no existe, que solo se trata de galantería, flirteo o coqueteo común y cotidiano.
Lescano también ha demostrado ser un inconsecuente, puesto que muchas de sus propuestas como “cunas salvadoras” o aquella que pretendía legislar sobre la pornografía, las hacía proyectando la imagen de un político católico que defendía el valor de la familia tradicional. ¡Qué contradicción! ¿Cierto?
Es evidente que el contenido de su chat está bastante lejos de ese perfil. Ahora resulta evidente que eso no es más que una careta bien elaborada con el único fin de conseguir apoyo en un país donde oponerse al aborto y “defender la familia” todavía es redituable.
Todo hace parecer que Lescano insistirá en reconocer algunos de los hechos, pero en negar su responsabilidad. Se apoyará en esa mayoría machista y casi misógina para intentar evadir los cargos en su contra. Sin embargo, quienes luchan por una sociedad más justa y equitativa no deberían desestimar esta denuncia. Si bien el congresista ha cosechado un importante apoyo por sus polémicas con fujimoristas y apristas y sus intervenciones han sido importantes para hacer saltar la podredumbre naranja, esto no debe ser justificación para permitirle escamotear su responsabilidad.