Gigante herido

A dos cuadras de mi casa hay un café brasileño. No había entrado nunca, por falta de curiosidad tal vez, pero luego de que las elecciones en el gigante sudamericano las ganó Jair Bolsonaro, de pronto me entraron ganas de visitar el café do Brasil y conocer a los brasileños que trabajan allí.

Aquí encuentro banderas brasileñas colgadas en la pared y zamba modulada en el equipo de sonido. A las cuatro de la tarde no hay mucha gente, solo el encargado del bar que me saluda en portugués, mi apariencia de latino me da eso en Europa, y yo le respondo en francés y digo que no hablo portugués, y que si podríamos hablar en inglés porque mi francés tampoco es bueno. Claro, responde, amable y sonriente. Me sorprendió que me saludara en portugués en Dudelange, ciudad que linda con la frontera francesa.

El hombre se llama Aldair y es el dueño del bar. “Me vine a Luxemburgo hace 20 años, me enteré que había una gran colonia de portugueses aquí y me atreví a venir aunque no hablara ni francés ni alemán. Y mírame aquí 20 años después tengo mi propio bar y mi esposa es francesa. Siempre que voy a Brasil me da pena la situación de mi barrio”, cuenta el hombre de barriga pronunciada, piel bronceada y pelo canoso. Tiene de 49 años.

Y continúa: “Lo que sucede en Brasil es que hay mucha pobreza. Por eso ha ganado Bolsonaro, porque los más pobre quieren un cambio, quieren que se acaben los criminales, la violencia entre barrios, la corrupción y Bolsonaro ha prometido eso”. Y yo le pregunto: pero al mismo tiempo hay mucho rechazo contra él porque justifica la violencia, formas no democráticas, ha dicho que los pobres van a desaparecer, que se tienen que adaptar a las clases dominantes: “Pero eso es mentira, responde. Eso lo hace para llamar la atención, para que hablen de él. Él no puede hacer eso, eso de ser estricto (la mano dura, como decimos en Perú) es solo para que la gente crea que va a actuar, que va a terminar con la corrupción”, explica el empresario.

Aldair se refiere a los brotes populistas del próximo presidente brasileño: se prevé un gobierno con tendencias autoritarias y amenazante contra las libertades que se han logrado en los últimos años. Es cierto que el mundo actual es diferente, que ciertas minorías han conseguido con lucha ciertos derechos, pero los extremos siempre están latentes, y Bolsonaro es un síntoma de ello. Por esa razón hay que lucha para mantener los derechos luego de que se consiguen, sobre todo contra estos brotes antidemocráticos y represores.

“Y preocupa sobre todo por la economía”, continúa Aldair, “porque al fin y al cabo lo importante es que los brasileños tengan una vida digna, que no se vayan del país los talentos. ¿Qué le importa al pueblo los conceptos? ¿O si el gobierno es un poco ‘menos democrático’? Lo que importa es que la gente no se muera de hambre”, comenta mientras atienda a otros comensales que llegan a la hora del aperitivo o a tomar un café. Todos hablan portugués.

Aldair llegó a Luxemburgo porque no conseguía trabajo en su país. Ingeniero por la Universidad Federal de Rio de Janerio, decidió probar suerte en este pequeño país europeo, el último gran ducado del mundo. “Sucede que acá hay muchos portugueses, entonces entre nosotros hablamos portugués y no hay problema, por eso también hay muchos brasileños”, apunta. Y conforme al Instituto Nacional de Estadísticas de Luxemburgo se registran actualmente 98.800 portugueses en un país de 590.700 habitantes.

Desde Brasil

A Emilson García lo conocí cuando llego de intercambio de estudiante de periodismo a la PUCP. Ahora es profesor de la facultad de Comunicación de la Universidad Maurício de Nassau en Recife. Su visión es más explicativa y menos emocional y junto a la opinión de Aldair creo que podemos hacernos una idea más clara de lo que sucede en Brasil hoy: “En el 2013 hubo muchas manifestaciones críticas al sistema político. Las personas no sienten representadas por los políticos. Hay una división ideológica en Brasil muy fuerte, todo está muy polarizado, es una crisis que arrastramos hace años”, comenta el también periodista.

Al fin de cuentas, la desestabilización política, desde el centro del poder, ha limpiado el campo para la aparición de esta especie de caudillo prepotente que es Bolsonaro. “Hay desgaste de los partidos tradicionales, negación de la política desde el centro, desencanto con los liderazgo y algo no menos importante: una ola conservadora de voto cristiano y religioso. Todo esto ha brotado en las elecciones de la sociedad brasileña: una gran fractura democrática”, concluye el profesor.

Jair Bolsonaro asumirá la presidencia el próximo 1 de enero de 2019.

Veremos cómo se recupera de este golpe el gigante sudamericano.

 

Alemania después de Berlín

La historia de Alemania puede ser lejana para la realidad que vivimos hoy en el Perú. Sin embargo, hoy en Europa las extremas derechas se abren paso en contra inmigrantes y en Brasil acaba de ganar la presidencia Jair Bolsonaro, un extremista y antidemocrático del estilo Trump y Erdogan. Entonces: ¿Por qué ver una serie política es muy importantes en estos tiempos?

Weissensee transcurre en Berlín del Este en la década de 1980. Con la guerra fría a cuestas y la Stasi consumiendo todas las libertades ciudadanas que hoy parecen normales, la serie profundiza en las heridas de una dictadura recalcitrante donde la libertad de expresión, artística o sexual, son castigadas con cárcel y muerte. La serie enfrenta a las familias Kupfer (comunistas creyentes y funcionarios de la Stasi) y Hausmann (artistas y reaccionarios) en un drama político con componentes amorosos y familiares con el telón de fondo de una Alemania dividida.

La serie parte cuando Martin Kupfer (Florian Lucas) se enamora de Julia Hausmann (Hannah Herzsprung), hija de la cantante reaccionaria al régimen Dunja Hausmman (Katrin Sass), que se opone a la relación por las posibles consecuencias que podría tener con la Stasi y con el régimen.

¿Cuán lejana es la realidad del mundo a la de Alemania en 1980? Hoy el país de Merkel es la tercera potencia económica mundial y solo pasaron treinta años para la reconstrucción y unificación del país. Pero no es que este país europeo viva una tranquila situación política: aún en las calles puedes ver pintas nazis en algunas ciudades (en Münich yo vi algunas por el año 2013) y hace poco en Chemnitz  nazis han salido a protestar en contra de los inmigrantes con amenazas de muerte a todo aquel que es extranjero. Los extremismos hoy hay que entenderlos en clave histórica para poder combatirlos.

¿De qué sirven las series políticas entonces?

Para, a través del entretenimiento y el cine, entender mejor dónde estamos parados en términos de libertad y democracia para que esta no sea arrebatada.

DARK: filosofía y ciencia ficción

Imagínate una montaña en el invierno alemán. Imagínate que cavas una cueva profunda y con los años la vas haciendo más profunda. Sin embargo, los años pasan y no logras encontrar el fondo, y te desesperas en el laberinto de la oscuridad que tú mismo has construido. Hasta que mueres. Esa es la sensación que deja DARK, serie alemana de Netflix protagonizada por los expertos y reconocidos actores Anatole Taubman y Louis Hoffman.

Borges escribió mucho sobre el tiempo en clave literaria. Y, junto a Einstein, seguramente es de los intelectuales que con más profundidad pudo entender esta cosa extraña a la que llamamos tiempo. La serie transcurre en los años 1953, 1986 y 2019. Son tres bloques de tiempo en el que los personajes, con pasado y futuro, viven en este pueblo alemán llamado Vinden y cuyas historias se cruzan a través esta gran cueva que te permite viajar al pasado y al futuro. Y una noche, desaparece Mikkel en el bosque.

Wo ist Mikkel? (Dónde está Mikkel?)

El trasfondo filosófico hace que esta serie sea mucho más que ciencia ficción. Si leemos un cuento de Borges, las ruinas circulares, por ejemplo, tenemos la sensación de haber estado el leyendo el cuento por años, dando vueltas sin saber cuál es nuestra referencia respecto del tiempo. DARK tiene mucho de esto de la mano de diálogos claros y rápidos, un arte impecable, una gran idea detrás que sostiene las historias –Eine Reise durch die Zeit //un viaje a través del tiempo- y que nos mantiene colgados y confundidos en este mundo en el que el tiempo deja de ser lineal para transformarse en circular.

DARK es una serie para ver concentrado y sin distracciones.

La pregunta no es dónde. La pregunta es cuándo.

Die Frage ist nicht wo, dir Frage ist wann.

Contra la autoayuda

Autoayuda

Hace diez años en la feria del libro de Frankfurt, un experto alemán predijo que para el 2018 el libro como objeto cultural sería obsoleto y habría desaparecido. Pero lo que yo veo en a feria del libro más grande del mundo es lo contrario:  una exagerada de reproducción del libro como objeto en todas formas en sus infinitos anaqueles, casi borgianos. Y me pregunto: ¿Qué hace que un libro sea ‘bueno’? ¿Qué factores usamos para calificar a un libro de ‘malo’?

Algo que salta a la vista en la feria del libro de Frankfurt es la exagerada publicación de libros de autoayuda: en librerías comerciales ya toman una buena parte del espacio. Y los títulos extrañamente no difieren mucho entre sí mismos. Cojo tres al azahar: “La última lección” de Randy Pausch, “En busca del sentido” de Victor Franki  (este jugando descarado con Proust) y uno más para darle sentido al ejemplo “Siete hábitos de gente altamente afectiva” de Steve R. Covy. Lo que veo en estos títulos es que se asume que el lector está perdido, desesperado, y al comprar uno de estos libros reconocemos que nuestra visión del mundo es errada y que necesitamos que alguien nos diga qué estamos haciendo mal. 

¿Qué podemos hacer mal en nuestras vidas? Pues no tener éxito en el trabajo, en la universidad , en el amor, en general, en los hábitos del capitalismo que dominan el mundo actual. Ante esta crisis, el fracaso nos obliga a buscar un cambio, un desarrollo de ciertas habilidades para lograr lo que quieres. Y en este fenómeno entra a tallar el negocio de la autoayuda.

Y creo que la frase del novelista Aldous Huxley es precisa para explicar lo que sucede: “No hay mayor negocio que vender a gente desesperada un producto que asegura eliminar la desesperación”.

¿La autoayuda tiene buenas intenciones? Tal vez. Pero sobre eso no radica lo importante: la autoayuda es un negocio y funciona como tal y no tiene absolutamente nada que ver con la calidad literaria o con la belleza y valor cultural de un libro como producto de conocimiento. Lo que importa son las ventas.

Es decir: ¿Realmente alguien puede ayudarnos a sobrellevar nuestra crisis existencial con 25 consejos prácticos? Respira, si sientes nervios; haz yoga, si últimamente vives tenso; recuerda algo feliz cuando la tristeza te domine. Acompañar a un amigo en sus penas es lo más saludable en estos casos, pero ello no significa que su tristeza se esfumará de la nada. Los únicos que podemos saber cómo sobrellevar la vida somos nosotros mismos. Me parece arrogante pensar que si escribo un libro esté ayudara a mil personas por igual a encontrar su centro emocional. Tal vez por eso los que se dedican a buscar cosas más esenciales a través de la escritura no acceden a grandes editoriales y están resignados a hacer otra cosa para poder vivir. 

Entonces, es prudente hacer la diferencia de calidad entre los libros de calidad y de no calidad. Con esto respetamos a los que aún intentan mantener con vida a la esencia del libro por sus verdaderos orígenes como generador de conocimiento en todas las disciplinas académicas. La autoayuda puede estar muy bien escrita (hoy existen profesionales que escriben en perfecta forma pero vacío fondo), pero esa no es la única condición para hacer de un libro una cosa bella.

Un libro es mucho más que eso.