Hill house: más que una casa embrujada

La maldición de Hill House

‘La maldición de Hill House’ es una serie sobre una casa embrujada y cumple con todo lo que uno espera del tema: una casa victoriana grande y descuidada con jardines enormes, habitaciones oscuras, pasadizos con poca luz, mobiliario de época, adornos, cuadros y estatuas que parecen estar vivos y observándonos todo el tiempo.

Pero ‘La maldición de Hill house’ no es solo eso. La serie propone y logra darle al género  momentos bastante más inteligentes gracias a la efectiva apuesta del director Mike Flanagan que se sostienen en detalles sutiles de la historia y de la fotografía para convencernos de estar muy cerca los fantasmas que torturan a la familia Crane.

Hugh Crane (Timothy Hutton) el padre de la familia llega junto a su esposa Olivia (Carla Gugino) y sus cinco hijos Steven (Michiel Huisman), Shirley (Elizabeth Reaser), Theodora (Kete Siegel), Nell (Victoria Pedretti) y Luke (Oliver Jackson-Cohen) a la casa Hill pensando quedarse solo los meses necesarios para cumplir con el encargo de refaccionarla y con el dinero ganado mudarse finalmente a una casa propia. Una maldición sin embargo se encargaría de acabar con sus sueños en el intento por acabar con sus vidas.

La maldición de Hill House

La historia es contada en el presente, cuando los hijos de la familia Crane son adultos y viven afectados por los traumas de su infancia en Hill House. La casa no se ha olvidado de ellos y sigue torturándolos psicológicamente y atrayéndolos con argucias, dolor y miedo para terminar “la cena que dejó pendiente”.

La historia se resuelve con flashbacks, idas y vueltas entre el tormento presente y el de la época en que la familia vivía en Hill house. En el sexto episodio (Dos tormentas), el director y su equipo se lucen con un plano secuencia de 23 minutos que va y viene entre el espacio y el tiempo de las dos dimensiones en las que se ubica la serie. La proeza técnica no es un acto de malabarismo aislado sino que resuelve de manera sublime un momento muy importante en la historia. La coherencia técnica y narrativa es constante. Satisface a la audiencia con una historia bien contada y producida, adornada además con una serie de detalles para mantener nuestra atención en la pantalla.

Durante toda la serie hay que prestarles singular atención a los muebles, cuadros, adornos, ventanas, puertas, estatuas, etc., pues aportan tanto a creación de una atmósfera de terror como a revelarnos un detalle importante del final de la serie.

‘The haunting of Hill house’ es una historia de terror, pero es también mucho más que eso y por ello vale la pena encerrarse a ver los diez capítulos de la serie.

La maldición de Hill House
The haunting of Hill house es una historia de terror, pero es también mucho más que eso y por ello vale la pena encerrarse a ver los 10 capítulos de la serie.

Nota:
No es la primera vez que vemos una adaptación de ‘The Haunting of House Hill’ basada en la premiada novela que Shirley Jackson escribiera en 1959. En 1963 Robert Wise ya había dirigido y producido una versión bastante fiel al libro a la que llamó ‘The Haunting’ a secas y que fue muy bien recibida por la crítica y el público. Todo lo opuesto pasó con la absurda e innecesaria ‘The Haunting’ de 1999 dirigida por Jan de Bont y protagonizada por Liam Neeson que no se parece en nada a algo que valga la pena ver.

Ficha:

‘The haunting of Hill House’, de Mike Flanagan

Con Michiel Huisman, Carla Gugino, Henry Thomas

Drama, Fantasía, Horror, 1 temporada 10 episodios.

U.S.A. 2018.

Escena a la norteña

Hace poco viajé a Trujillo para presentarme con mi banda Diazepunk luego de ocho años. En nuestro concierto se presentaron Mr Pucho, Sour y Verano del 83 de Trujillo; Andariel de Chimbote y Las Ratapunks de Cajamarca, y desde Lima Riviere. Entrevisté a tres de las bandas con las que compartimos escenario esa noche para entender un poco cómo se mueve la escena independiente en el norte del Perú. 

Sour - Trujillo
Sour – Trujillo

Cuatro mujeres punks

Las Ratapunks - Cajamarca
Las Ratapunks de Cajamarca con Jahizuno.

Las Ratapunks son una banda punk de Cajamarca conformada por cuatro chicas. Para el concierto en que nos juntamos en Trujillo cantó Irma, la baterista, que en algún momento en los inicios de la banda fue vocalista. La batería la tocó Jahizuno, de la banda Yo estuve en Japón, siendo el primer integrante masculino en participar en el cuarteto. Irma reemplazó a YK (Yeka), la vocalista oficial que, trabajando en Arequipa, no tenía cómo escaparse para llegar a la tocada. Wendy en el bajo y Kiara en la guitarra fueron las únicas que no cambiaron su lugar en el escenario esa noche. El cambio no fue notificado a la producción por temor a perder la oportunidad de participar en el concierto. A pesar del desorden en la formación, el show mantuvo la esencia, la fuerza y el carisma que esperábamos quienes conocimos a la banda por los videos de Sawá sesiones en youtube.

Las Ratapunks son cuatro chicas que se conocieron en los conciertos de la escena punk de Cajamarca. Un día, sin mayor experiencia musical que unas cuantas notas, cogen guitarras para subir a un escenario y sueltan su rollo en público. Es curioso: las chicas admiten haber aprendido a tocar en el escenario y, cuatro años después de su fundación oficial, no se reconocen aún como músicos. Su propuesta es subirse al escenario y soltar en una canción todo lo que les provoque expulsar: “Quien tenga ganas de tocar y decir lo que le viene en gana debería mandarse y decirlo” sugiere Kiara, guitarrista de la banda.

Ser mujeres puso mucha atención en ellas y eso tiene pros y contras. Si bien les ha abierto las puertas de la escena y las hace reconocibles y distintas en una escena mayormente poblada por bandas de hombres, les ha conseguido un número importante de ‘haters’ atentos a cada error que cometen y dispuestos a usar esos errores como argumentos para que no se les conceda escenario. En un país tan machista como el nuestro, sostener un show tan potente en el escenario es, por definición, un acto de rebeldía.

Sin embargo, no se definen como una banda “feminista”.  Las Ratapunks consideran vigente el discurso feminista y se sienten cercanas a él, pero se les hace pesada la etiqueta. “Más que la etiqueta de feminismo, comprendemos la situación desigual de la mujer en la sociedad. Es evidente, habría que estar ciego para no verlo. Pero con la movida hay ciertos puntos en los que nos cuesta coincidir”, comenta la guitarrista.

Como muchas bandas independientes del país, ellas mismas autogestionan sus conciertos y venden copias sencillas de sus discos en ferias y así sostienen su propuesta, aunque esto les limita el acceso a grabaciones profesionales o impresiones de mejor calidad. ¿Y si algún día sus canciones suenan en la radio?, pregunto curioso, ¿qué harían? Y ellas responden sorprendidas: ¡¡Qué valientes!! Y eso porque su propuesta no está dirigida aún a ese tipo de masificación. A pesar de sus limitaciones musicales y la poca fe que parecen tenerse, Las Ratapunks es probablemente la banda femenina de punk con más potencial en el país. No dudo que con el tiempo y la constancia, puliendo y redondeando su propuesta, podrían llegar lejos. Habrá que verlas en unos años.

Dreampop trujillano

Verano del 83 - Trujillo
Verano del 83 te hace sentir bien, su presentación calma la ansiedad del común de presentaciones de rock

Verano del 83 es una banda particular no solo por sus seis integrantes sino por la cantidad de recursos musicales en el escenario: distintos teclados profesionales y de juguete;  y un ukelele, guitarras, bajo y batería. 

Conversé también con Hanny (voz y guitarra), Alison (teclado) y Christy (bajo) 

¿Cuál es su género? Hanny (voz y guitarra) define a Verano del 83 como una banda de ‘Dreampop adolescente’ y creo que el título define bien lo que proyecta su música. Verano del 83 te hace sentir bien, su presentación calma la ansiedad del común de presentaciones de rock, su música genera un ambiente nostálgico con sonidos que recuerdan a los 80 y sus letras hablan de quererse y ser amigos. Verano del 83 es una banda que, sin miedo, pone de nuevo en valor la ternura abandonada por los estereotipos rockeros.

La banda ensaya mínimo una vez por semana y se esfuerzan en tener una presentación cada fin de semana. “La escena no está muerta si no la dejan morir”, responde Hanny a la sensación de frustración y decepción que muestran algunos músicos al hablar de la crisis por la que pasa la escena trujillana, donde es normal que los locales cancelen fechas sin mayor aviso.

Como en todo el Perú, las bandas que se mantienen haciendo música son la vanguardia y la resistencia a la poca y esporádica atención del Estado y el desinterés de los medios de comunicación por las apuestas locales. Los Verano del 83 resisten a esta tendencia y promueven conciertos, discos, videos, canciones, y demás productos culturales. La banda ha firmado con el sello Emma’s House Records de México y ha llevado sus canciones por México, Argentina, Rusia y Japón entre otros países.

Micky Bendezú fundador, manager y productor de la banda, con quien no pudimos coincidir para la entrevista, fue mencionado varias veces por sus compañeras. Todos reconocen que su gestión permite a la banda tener un lugar en medio de las limitaciones de una escena como la trujillana. Los equipos de sonido que ha ido comprando facilitan a la banda no solo armar conciertos con rapidez, si no también involucrarse en otros eventos y fortalecer relaciones con otros productores, incluso de otros géneros musicales tan distantes como el ‘grindcore’.

Esto es importante: en una escena como la de Trujillo es necesaria la unidad y superar las insostenibles distancias impuestas por la tradición y los géneros musicales para congregar a un público acostumbrado a los festivales gratuitos de cervecerías y empresas de telefonía o a las bandas de covers que llenan los bares de la ciudad.

Además, y no por eso menos importante, el público de estos conciertos aporta con su presencia y es positivo dejar de lado prejuicios y escuchar todas las propuestas de la ciudad: newmetal, punk, grindcore o dreampop adolescente. El espectador se reconoce en ellas y en ellas a su escena. “El hecho de hacer conciertos y mezclar todo ha hecho que nos unamos más, como bandas, como escena acá en Trujillo”, comenta Christi.

Las salas de ensayo son el punto de encuentro para las bandas de Trujillo. Allí se aprende a tocar y a gestionar. Se pasan horas en la sala no solo ensayando sino conversando con otras bandas, compartiendo tiempo y también algunas cervezas, pero “nunca tan destroy” aclara Alisón.

El video de Amigo publicado el año pasado les abrió muchas puertas. Llamó la atención de la Alianza Francesa y luego de la municipalidad y empezaron a llamarlos para sus eventos. El público empezó a pedir el tema y cantarlo en las presentaciones en vivo y eso ha servido como aliciente para seguir en esta difícil aventura. Verano del 83 se toma en serio esto de la música, es mucho lo que sacrifican para poder mantener viva la banda, entre ensayos, presentaciones, la familia, el trabajo y los estudios casi no quedan horas siquiera para dormir, de ahí seguro que sean una banda tan disciplinada y capaz de atreverse a soñar con el mundo: cualquier otro objetivo sería mezquino con su esfuerzo y las bondades de su propuesta.

La situación de Mr. Pucho

Mr Pucho - Trujillo
Mr Pucho viene de los conciertos “de la escena” pero ha logrado abrirse las puertas de festivales con bandas de Lima y financiados por empresas grandes de cerveza y telefonía.

Casi saliendo para el aeropuerto pude sentarme un momento a conversar con Kri (guitarra) y Pancho (voz) de la banda trujillana Mr. PuchoLa banda viene de los conciertos “de la escena” pero ha logrado abrirse las puertas de festivales con bandas de Lima y financiados por empresas grandes de cerveza y telefonía. La estrategia se la deben a su manager, Sharon, quien además de vestirlos y uniformarlos para destacar de las demás bandas, les propuso tocar gratis en todos lados donde se les llame durante un año. “Donde levantes una piedra ahí debe estar Mr. Pucho”, comenta Pancho para describir la estrategia.

Una vez que la banda y sus canciones se hicieron un poco conocidas empezaron a buscar espacios donde se reconozca económicamente su trabajo como músicos. Así llegan a los festivales con canciones que se mueven entre el reggae, el ska y el punk. Son una de las bandas independientes más reconocibles de la escena trujillana y eso se debe a muchos años de esfuerzo, ensayo y trabajo.

Mr. Pucho reconoce también la crisis de espacios para conciertos: “Antes teníamos Chasca, Bohemios, locales donde diversos promotores hacían conciertos cada fin de semana y se oxigenaba la escena”. Lo que falta es difusión. La noche del concierto una cervecería hacía el Oktoberfest y la legendaria banda trujillana Extraño Deseo celebraba 25 años. Es decir, oferta hay, pero: ¿cómo amplificar la difusión? ¿Cómo aumentar la demanda? Nadie consume lo que no conoce. Como escena, ese es el próximo paso, y para darlo de manera efectiva necesitan trabajar en conjunto bandas y público, construir complicidad para crear los medios que no hay, y así amplificar la voz y las fuerzas. Un ejemplo son las Sawá sesiones que tanto han hecho por la difusión de la música en Cajamarca.

Los Mr. Pucho aspiran a la internacionalización y trabajan con ese norte. No son una banda a la deriva, se piensan, se entienden, se construyen y dejan cimientos a su paso. Hay que estar atentos a los Mr. Pucho que vienen siempre con cosas interesantes como el videoclip de Why? you know,  una grabación de 24 horas encargada a los chicos de Pasaje 18.

Andariel - Chimbote
Andariel – Chimbote

Regresé a Lima contento de encontrarme en Trujillo con distintas bandas y propuestas que dejan la sensación de que en las escenas de Cajamarca, Chiclayo y Chimbote abunda el talento y el entusiasmo, pero queda claro que esa energía necesita de espacios y articulación para seguir avanzando.

El norte no espera, el norte propone y actúa.
Estemos atentos.