La Nueva Invasión: la fiesta se acabó

Atualización:

El día de hoy, Fernando Castro, integrante de La Nueva Invasión y productor de Perú Independiente emitió un comunicado en el que informa su alejamiento de la banda y, temporalmente, de la producción de la Feria. Además hace un mea culpa y una reflexión de cara a las acusaciones contra Luis Antonio.

A continuación reproducimos el comunicado:
“Un futuro diferente requiere medidas radicales es por eso que decido dar un paso al costado de La Nueva Invasión, nada de lo que se diga desde esa plataforma me representa en adelante. Es un momento muy difícil para mi por todo lo que esta decisión involucra. Y comprendo la indignación por como ha quedado demostrado lo normalizada que tenemos la violencia 
Espero que con esto se genere un poco de respeto y que cesen los ataques en contra de las mujeres. Hoy tengo un análisis profundo, revisando cada uno de mis actos. Asumo y reconozco mis errores, pido disculpas por ellos al no reaccionar adecuadamente ante las dos denuncias por agresión contra el ex-vocalista de La Nueva invasión, pido disculpas también por el comunicado inicial de la banda que sólo ayudó a generar una mayor indignación.
El día sábado en una situación de mucha ansiedad y presión como organizador del festival y parte de LNI tomamos una mala decisión empujados por obligaciones legales. En este panorama exigimos que esta presentación no podía darse si no era para pedir disculpas y asumir responsabilidades. Al no escuchar estas disculpas, Carol organizadora del festival toma acción y detiene el concierto porque el agresor una vez más violenta el espacio de confianza.
Ante esto asumo el grave error de permitir que la banda se presente junto al ex-vocalista. Fue una ofensa para las afectadas y me hago cargo, por lo que voy a tomar un receso como parte de la organización del festival. Además me lleva a revisar mis reacciones ante este tipo de situaciones. Quiero dejar en claro mi repudio ante todo tipo de violencia desde mi lugar como hombre, compañero, padre, artista y gestor cultural. No estuve a la altura de las circunstancias, estoy trabajando para cambiar este tipo de reacciones y mejorar como persona, el camino es largo y estoy en ese proceso. Disculpas nuevamente.”
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Me hubiese gustado escribir una crónica distinta. Tal vez resaltar como es que Perú Independiente creció de una pequeña feria con unas decenas de puestos en El Local de Miraflores a ser un Mega Festival que ocupó toda la extensión de los Domos de San Miguel. Quienes fuimos testigos de ese crecimiento vimos también cómo, desde sus inicios, se planteó como un espacio para nuevas bandas limeñas y mantuvo su propuesta hasta estos días. Hasta que nos enteramos de las denuncias por violencia machista contra el cantante de La Nueva Invasión. 

Luis Antonio Vicente Farromeque, acusado de violencia machista

Sin embargo, cualquier cosa que se pueda decir sobre la última edición de Perú Independiente queda opacada por los sucesos que lo precedieron. No una, sino dos acusaciones de agresión física y psicológica fueron realizadas contra Luis Antonio Vicente, vocalista de La Nueva Invasión. La noticia nos cayó a muchos como un baldazo de agua fría no solo a los seguidores de la banda sino a los que respetábamos su mensaje lleno de crítica social y que apelaba a otras formas de amor.

Si bien no se puede condenar a toda una banda por la actitud de uno de sus integrantes, el silencio ante las injusticias te hace cómplice… y los días de silencio fueron varios.

Quienes nos encontramos dentro de esta escena, quienes crecimos en ella tenemos que mantener una posición firme contra la violencia de género. Todos los integrantes de esta escena somos responsables de generar espacios seguros que permitan a víctimas de violencia poder denunciar a sus agresores sin recibir el maltrato de los fans que los siguen, sin ser juzgadas por “haber esperado tanto tiempo”, sin que se le pidan pruebas, sin ser revictimizadas. Sé que en nuestro contexto actual es difícil creer solo en la palabra de una persona; sin embargo, pretender callar las voces que acusen a nuestros “ídolos” solo llevará a que todas las demás se mantengan en silencio.

El sábado en Perú Independiente se respiraba un ambiente caldeado, el mensaje contradictorio de la productora al dejarlos presentarse -luego de haber anunciado que no sería así- cayó mal en parte del público que estuvo esa noche, pero no en la mayoría que los aclamaba. Muchos de los seguidores de la banda afirman que “se deben de escuchar ambas versiones” y La Nueva Invasión desaprovechó ese espacio para poder pronunciarse, para poder dejar en claro que su mensaje sobre el amor era real y no mera estrategia, que estaban en contra de la violencia contra la mujer y sobre todo que era el momento de realizar una autorreflexión.

Frente a la decisión que tomó La Lá de apartarse del festival como una forma de protesta, la producción creyó conveniente reemplazarla por un tipo que llama “feminazis” a feministas.

Lamentablemente, el mensaje que les dejaron a sus seguidores es que “La Nueva ya llegó” y que siga el vacilón. No hicieron esfuerzos por calmar las aguas, frenar las agresiones verbales contra el pequeño grupo de feministas que apareció con carteles, permitir que por casi media hora se les insulte y se les arranche los carteles. “Ellas actuaron violentamente lanzando vasos al escenario” afirmaban muchos, porque claro si se lo hacen a tu ídolo musical es violencia, pero si es contra Daniela Darcourt es solo una anécdota. El resto de los integrantes de la banda “salieron a dar la cara” deslindando de Luis Antonio pero sin dejar en clara cuál es su posición en este escenario, un escueto mensaje en redes sociales al día siguiente no es suficiente para responder las preguntas que tenemos muchos de los seguidores.

Que esta situación sirva también para analizarnos, para que, como hombres dentro de la escena, hagamos una reflexión sobre nuestras actitudes, nuestros discursos, nuestros privilegios. Tenemos la obligación de ser frontales contra la violencia hacía la mujer no solo desde textos y manifiestos sino de forma activa. Pensemos en cómo, desde nuestra posición, debemos de generar espacios seguros, dejemos de hacernos la vista a un lado frente a los hechos de violencia que suceden en nuestros círculos y empecemos a escuchar denuncias que alguna vez fueron solo rumores que no quisimos atender por ser personas cercanas.

Debemos también, ya como colectivo de músicos, productores y público encontrar la forma de combatir discursos de odio, los cuales ya están presentes en gran parte del público que sigue a bandas independientes.

Es hora de dejar el floro de ser “aliados” a un lado porque en muchos casos es mera hipocresía.

Saludamos también a las bandas que decidieron manifestarse y ponerse del lado de las víctimas, a Selvámonos que actuó de forma más inmediata, sabemos que no fue fácil, pero seamos más enfáticos y claros.


Gx3 y Futuro Incierto: la nostalgia del punk

Gx3 y Futuro Incierto: la nostalgia del punk

-Puro jubilado ‘tamare

Fue una de las primeras frases que escuché cuando llegué al Ovalo Balta. Junto al Metro ya se notaban varios círculos de gente que hacían previos al concierto de G-3 y Futuro Incierto: se reunían en las veredas alrededor de algún trago. La gran mayoría de los presentes en esta zona de Barranco bordeaba los 30 años, es una cosa visible esta de la edad, muy notoria hasta por razones estéticas, muchos nos reconocimos como los viejos chikipunks que no habíamos visto a ambas bandas compartir escenario.

G-3 se despidió de los escenarios el 2000 en un épico concierto en el recordado Teatro Ambassador de Lince. Aquella vez fue también la última vez que compartió escenario con Futuro, luego de eso se organizaron algunos conciertos pero nunca un regreso “oficial”. Por otro lado, Futuro Incierto nunca anunció una despedida pero desde inicios de siglo su actividad fue siendo cada vez menor, y con integrantes viviendo en distintos lugares del mundo resultaba difícil poder verlos de forma continua.

Eran más de 9:30, la gente apuraba los tragos mientras rememoraba los festivales de la década pasada, los MSN Groups y otras experiencias y códigos generacionales y de identidad que usaba la juventud chikipunk limeña.

Boom Boom Kid. Foto: Carlos Vizconde

¿Somos los chikipunks que crecimos en la década pasada víctimas de la nostalgia? Todos extrañamos algo de esa época.

Recuerdo que cuando empezó el “boom” de conciertos internacionales en nuestra ciudad las primeras bandas en llegar apelaban a la nostalgia de los jóvenes que crecieron entre los ochenta y noventa. Desde nuestra “joven” perspectiva era difícil entender que mientras la música de este siglo giraba alrededor de otros sonidos, las grandes productoras insistían tenazmente en traer “dinosaurios”.

Ahora ya en base tres, y sin la visión idealista que tenía sobre la escena y la música en general, es fácil entender cómo funciona en realidad el negocio. Pues, lamentablemente, crecer implicar darse cuenta de que la música además de arte y forma de expresión es también una máquina de billetes. Con esto no quiero decir que reunir a ambas bandas locales haya sido una movida motivada únicamente por una visión de negocio, aunque es obvio que hace quince años muchos de los que estábamos ahí no habríamos pagado hasta 80 soles para verlos en vivo y no por menospreciar su trabajo e influencia en la escena local, sino por falta de recursos.

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Ya eran casi la 10 de la noche y ya era hora de entrar al Centro de Convenciones de Barranco pues la fiesta arrancaba con un breve show de Boom Boom Kid. Acompañaron a Nekro: Gonzalo Farfán de Inyectores en la guitarra, Paul Celi de Metamorphosis en el bajo y Rubén Patiño de Futuro en la batería. Afuera la cola era ligeramente larga por lo que no pude ver el show completo, escuché algunos temas, me metí al pogo brevemente y entre la gente empecé a notar, otra vez, que esta fecha era un especial reencuentro.

Terminado el show de Boom Boom Kid, mucha gente se acercó a comprar cerveza para refrescarse y se topó con largas colas y solo dos puntos de venta de cerveza, esto solo lograba impacientar más a los que aguardaban el inicio del show.

Hasta que Futuro Incierto apareció en el escenario.

Futuro Incierto. Foto: Carlos Vizconde

Las luces se apagaron y la banda arrancó con “Fue ayer” tema de su último disco EGO. Siempre el sonido melódico de Futuro destacó dentro de la escena local, ya desde sus inicios en los noventa, en el que la banda presentaba una propuesta que no terminaba de encajar en el hardcore ni en el punk rock, estilos que destacaron dentro de lo que quedó de la escena subte.

Los primeros temas iban por ese lado: “9 años” y “Acortar distancias” siguieron el set y la nostalgia de sus letras contagiaba al público que coreaba cada una de las letras, muchos nos ganamos con este inicio desde la cola para comprar cerveza. El local estaba repleto y el pogo aún era algo tímido hasta que arrancó el intro de “Perdido en el fondo”, volaron las chelas, la gente se apartó para dar paso a quienes empilados por la banda arrancaron en ir y venir de empujones y golpes. Hasta “Esa espina”, el set estuvo plagado de temas rápidos y fuertes. Muchos agradecían las gotas de cerveza que volaban por el aire y aliviaban un poco el calor.

La dinámica de estos conciertos siempre me gustó pues generaba una forma de unión distinta, podías no conocer a quien estuviese a tu lado pero si llegaba a ti ese verso o esa estrofa que te recordaba un momento en particular, encontrarías entre la masa de desconocidos alguien que entendería, sin necesidad de usar palabras, lo que pasa en tu interior.

Casi a medio show la banda hizo una pausa para agradecer al público y a Hacemosmerch, organizadores del concierto, por dar la oportunidad de ver a ambas bandas juntas otra vez. Entendiendo al público ya crecido, Pedro Alemant nos recordaba que estas canciones formaban parte de nosotros pues con ellas habíamos crecido.

El siguiente bloque estuvo conformado por temas de diversas producciones, un set variado, tal como lo esperábamos. El punto más alto fue cuando tocaron su clásico “Si tu no estás” y en el medio de la gente una cabeza de robot pogueaba junto a nosotros y muchos suponíamos que el final estaba cerca. Luego de un par de temas más Futuro Incierto cerraría tocando tres canciones que marcaron a toda una generación: “Entre las piedras”, “Sabor amargo” y “Futuro incierto”.

Al terminar el show de Futuro, muchos aprovechamos para salir a tomar aire y en algunos casos para comprar merch de las bandas en el stand de Hacemosmerch. Muchos conversaban sobre el reciente show de Futuro y recordaban o comparaban con los recuerdos de conciertos pasados. Quienes buscaban una cerveza tenían que soportar nuevamente largas colas y el calor dentro del local.

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Después de unos 15 minutos, ya estaban sobre el escenario Gonzalo, Gabriel, Guillermo y Pipe: G-3, una banda que se ha mantenido por casi tres generaciones de punks locales, desde quienes los escucharon luego de ser Autopsia durante su época subte, la época noventera post Psicotropía y quienes los escuchamos luego de su separación tras la salida del album “En Casa”. El show arrancó con el tema “Pasan los días”, dejando en claro que iba a ser un repaso por toda su discografía, desde un inicio muchos pedían clásicos pero para llegar a ellos aún faltaban bastante pues la banda nos regaló un set-list bastante largo.

Mi relación con G-3 es bastante más tardía que con Futuro Incierto, mi conexión con la banda fue más adulta por así decirlo. No quiere decir que no los haya escuchado desde mucho antes pero los descubrí de verdad ya en la universidad, en mi época de chikipunk constante tenía “En casa”, “Mayoría equivocada” y algunos temas más conmigo pero no los sentía como parte de mí, tuve que crecer para poder identificarme con su etapa más hardcore.

G3. Foto: Carlos Vizconde

En medio de esto llegó el turno de “Vuelves a aparecer” uno de mis temas favoritos de la banda y que sirve para demostrarme una vez más que Pipe Villarán es un guitarrista superlativo y no hablo solo a nivel local, lo que logra transmitir con sus arreglos y solos le da una sensación distinta a cada canción, ya sea en una canción hardcore como “Ahora o nunca” hasta en algo más lento como “En casa”.

Gonzalo y Guillermo contaron el origen de algunos temas o discos como es el caso de “Un nuevo enemigo” que se grabó en solo una hora y media. Aprovecharon además para agradecer al público y comentar algo que justamente todos notábamos: la gente que estaba ahí venía escuchando a estas bandas desde hace treinta años. Aprovecharon también para invitar a Alejandra Perez-Prieto que formó parte de la banda en la etapa del disco Psicotropía.

Con “De vuelta al rebaño” se armó uno de los pogos más grandes de la noche (y más violentos también) y en medio de los empujones perdí mis lentes y alguien (hasta ahora no sé quien) los recogió del piso y los puso en mis manos, lo que me recordó siempre la solidaridad que se suele vivir en estos conciertos, recoger al que cae, proteger al que está golpeado, la fuerza del pogo es solo una forma de expresión y no la búsqueda de la violencia por la violencia. Luego de “En casa” el final de la noche estaba cerca, muchos empezaron a corear “oooohhh oooohhh” alentando al inicio de “Antisocial”, tema con el que la banda cerró el show.

Terminado el concierto, unos más ebrios que otros salían del local. Afuera todo seguía igual, pero durante algunas horas muchos volvimos a ser esos chibolos que crecimos escuchando punk local, esos que encontramos en las letras de Futuro Incierto, G-3 y muchas bandas más un refugio, un espacio con el cual identificarnos. Luego del fin de semana tendríamos que volver a nuestras rutinas, a enfrentar ese mundo del cual renegamos en la adolescencia, pero sabríamos, en el fondo, que había algo que nos identificaba y unía, algo que trascendió la música y forma parte de quienes somos ahora más de una década después.

Amor y resistencia

Han pasado casi diez años desde que SuicidaS decidió asumir toda la influencia que les dio haber surgido en El Agustino. La mezcla del sonido sucio de la mano de las líricas urbanas del punk rock con la cumbia y ritmos andinos dio como resultado a La Nueva Invasión. De ser un power trío, se convirtieron en un grupo de “ocho tipos que le ponen puro corazón”.

Las canciones de este último disco son, copiando el slogan de Barrio Calavera, “alegres y rebeldes”. Rebeldes porque asumen una posición crítica, actitud que hoy muchos seguidores de bandas locales evitan: sus letras rechazan racismo y corrupción que nacen de los distintos grupos de poder. Pero también son románticos: se rehusan a la represión que se ejerce hoy en nuestra sociedad a la libertad de amar y ese es el mensaje principal del disco. Esto queda establecido desde el primer tema del álbum titulado “Yo te quiero así”.

La propuesta de La nueva invasión en este disco muestra la evolución musical de la banda, no desde la ejecución sino desde la absorción de diversos estilos que convergen juntos en los once temas que conforman Amor y Resistencia. Ya no son solo un grupo de cumbia y definirlos como fusión sería simplificar su propuesta. Tal como el origen de sus integrantes, este disco es una mixtura de sonidos que van desde la cumbia villera pasando por el raggamufin hasta una especie de balada tropical: desde el concepto que uno puede tener de las bandas “fusión” locales este disco propone pasajes que son un respiro frente a la saturación de propuestas “toneras”.

Uno de los temas claves es El regreso, una chicha que te remite a Los Shapis y que automáticamente te invita a abrir una chela y corear a voz en cuello y -tal como lo dice el nombre- cantarle al amor, al amor de pareja, al amor en familia, al amor por lo nuestro: al amor que radica en luchar por lo que queremos.

Cada persona tiene una experiencia distinta con la música, por lo que es interesante ver cómo cada seguidor de la banda se identifica de manera diferente con la banda y con lo que cada uno aporta desde sus experiencias personales. Amor y Resistencia es así un ejercicio musical para disfrutar de La Nueva Invasión desde la sencillez lírica y la mixtura de sonidos peruanos.