FIESTA DE SAN JUAN: TRADICIÓN, CULTURA Y DIVERSIDAD

Este año se cumple 50 años desde que se dio por primera vez una manifestación protagonizada por personas LGTBI. No había dimensionado la transcendencia de esto, pues hace 50 años, como ahora, las personas diversas eran apresadas y reducidas por la policía, pasando por su derecho de vivir en libertad.

Por aquí, hace un mes aproximadamente, mi estilista, una mujer trans me manifestó su deseo de participar en la pandilla tradicional del 24 de junio, les propuse a las compañeras feministas sumarnos a esta actividad levantando, en esta ciudad ciertamente conservadora, la bandera de la diversidad, pues el feminismo no puede ser heteronormativo, clasista ni racista. Fueron anecdóticas nuestras coordinaciones, idas y venidas para ponernos en acción en medio de tantas responsabilidades que cada una tiene. Presentí que muchas no dijeron abiertamente lo que pensaban y se sintió en el aire. Se sintió inseguridad pues llevar un polo con el arcoíris puede tener tanta carga social, llevar una banderola entre mujeres trans, lesbiana, bisexuales, sería como un estigma para que la gente te apunte con el dedo. Si lo eres te juzgarán y si no lo eres pero es tu círculo, también te juzgarán, pues están en el “bando equivocado”, en el diferente, en lo que no encaja en lo “normal”. No hay escapatoria del “dedo social”.

La actividad

Finalmente, el resultado de la actividad fue mucha alegría, felicidad y claro, también murmullos inevitables de algunas personas que veían pasar al grupo, pues habíamos conseguido, en casi toda su dimensión, ser una comparsa diversa: blancos, morenos, gays, lesbianas, heteros. Lo profundo del asunto era y es la visibilidad, lo crucial de este proyecto político y social es de mirarnos, reconocernos y aceptarnos, es el respeto y la igualdad de derechos, esos que solo gozan las personas que no están fuera del “molde” que la sociedad espera, construida bajo una sola forma de ser hombre y mujer. Y es que esta forma binaria de ver el mundo y las relaciones traen tanta violencia y soledad.

Después de mucho tiempo ingresé a una comunidad awajun, volví a ver a un joven expresamente gay, recordé uno de mis primero ingresos años atrás, acompañado de colegas quienes no dudaron en reírse, mirarse en complicidad y murmurar sobre lo que veían del joven indígena, esta actitud nos costó en nuestro equipo una gran discusión porque no me cabía en la cabeza que un servidor público se muestre de esa manera frente a un ciudadano. Ya no se puede tolerar que “son bromas solamente” como justificación o “que no deberíamos tomarlo tan a pecho”. En esta oportunidad, al verlo me pregunté cómo haría para vivir en la comunidad. Imaginé las escenas de terror que debe vivir. Le pregunté a mi colega que ingresa más seguido y confirmó mis sospechas, el joven eventualmente recibía agresiones físicas por otros comuneros para que aprenda a ser “hombre”. Y así tantas historias de violencia, como cuando a una mujer trans, de niño le doblaban a palos para que sea “varonil”, mujeres lesbianas que son llevadas a la iglesia a ver si “dios” las arregla, o las violan para que sepan lo que es ser mujer y tener un macho encima, o como cuando le dicen a una mujeres trans que hable como hombre e insisten que son bromas.

Insistimos

Aunque para muchas personas no tiene importancia, aquí seguiremos con esto y con todas las banderas para vivir en libertad, aquí seguiremos porque queremos, porque nos da la gana y porque podemos. Vamos a tumbar al patriarcado, o al menos lo haremos temblar para que nuestras futuras generaciones construyan una sociedad más junta y con cero prejuicios, vamos a lograr derechos, porque las personas y las familias diversas existen desde antes que los conservadores se lo puedan imaginar, pero viven y mueren sin tener claro ante la ley su patrimonio formado, los hijos e hijas solo pueden ser reconocidos por uno de ellos o ellas, cuando lo que necesitan es un familia en toda su dimensión, con amor, cuidados y guía para su camino.

Insistiremos hasta lograrlo, las mujeres y hombres diversos existieron, existimos y seguiremos existiendo, espero que pronto, en una mejor sociedad, les moleste o no. Gracias a la compañera Heidy que nos animó a esta aventura en Moyobamba y a todas las compañeras feministas en Moyobamba, son un círculo hermoso de aprendizaje, contención y valor, son todo lo que necesitamos para seguir.