El fútbol peruano se ha muerto un poquito más con la partida de Carlos ‘Kukin’ Flores. La policía lo ha encontrado en posición cúbito dorsal, ya fallecido de un paro cardíaco causado por una crisis de paranoia. ¿Quién es responsable de la muerte del ex talentoso futbolista peruano? ¿Cuántas veces más en el Perú tiene que morirse alguien para darnos cuenta lo poco empáticos que somos con la tragedia del otro? Solo nos importa el morbo, el qué dirán, si fue un drogadicto más, pues es su vida ¿no?
Que Kukin fue un jugador fuera de órbita es cierto. Que Kukin tenía una zurda de otro planeta también es cierto. Que jugó en casi veinte equipos alrededor del mundo también lo es. No haremos un repaso de lo crack que era. En La Central más bien nos preguntamos: ¿Por qué nadie pudo ayudarlo a salir de su adicción? Un adicto necesita ayuda profesional y no puede solo depender de su voluntad para salir de su hoyo. El Perú ha matado a Kukin.
Veo al esbirro Beto Ortiz en su insufrible programa “El valor de la verdad” y le dice Kukin: tú no pasaste por la prueba del polígrafo hace tres años, qué pasó, ¿arrugaste? Y el ex futbolista responde: mi hija no quería y ella me aconsejaba que mire el presente, que ya lo del pasado estaba en el pasado, pero yo quería venir aquí para dar un testimonio de vida y cambiar la idea que la gente tiene de mí. Y allí al lado estaba el entrenador César ‘Chalaca’ Gonzales, siendo cómplice de ese circo de la inmundicia. Probablemente en esa época Kukin estaba muy enfermo de su adicción. A Kukin le preguntaron si recayó en las drogas, si robó, si sus padres lo dejaron en la calle, si le pegó a su mujer… todo el paquete del morbo de los televidentes.
Entonces: si todos sabíamos que Kukin estaba enfermo, ¿por qué nadie lo ayudó? Mi hermano mayor tiene hoy 48 años. Él creció en el Callao profundo junto a Kukín cuando jugaban de muy pequeños en La Perla y en el barrio de Canadá. Él cuenta de la precariedad con la que vivía la familia Flores. De los once hermanos, Kukín era el menor y desde muy niño tuvo que salir a las calles para ganarse la vida. ¿Dónde estuvo el Estado peruano en ese momento para proteger a un talentosísimo futbolista en formación? ¿Qué nos pasa como sociedad para ser tan insufribles?
Mi hermano, cuatro años mayor que Kukin, cuenta: “Cuando jugábamos en la calle y la pelota caía en la cochera de la familia Maldonado en la avenida Huáscar, los perros devolvían la pelota agujereada, pero a Kukin no le importaba, él seguía jugando con la misma pelota pero sin bote”. ¿Es esa la vida que merecía Kukin? Estamos tan acostumbrados a la tragedia, ¿qué ya nos hemos vueltos inmune a ella?
En el mundo ideal de Kukín, no habría habido alcohol, ni drogas, solo habría habido fútbol, paz y tranquilidad.
Pero en el Perú el mundo ideal es solo para unos pocos. Lástima que Kukin no fue uno de ellos.
Nota final: repudiamos las fotos que están circulando en redes sociales del cuerpo de Carlos Flores. Solo podemos sospechar que fueron tomadas por los efectivos de la policía. La comercialización de material de investigación policial es una práctica indigna e irrespetuosa con el dolor de los familiares que se denuncia desde hace tiempo. Es un acto deplorable y esperamos caiga todo el peso de la ley sobre lo responsables.