Pasan los años y el contenido de la televisión y radio nacionales sigue estancado en el tiempo. ¿Por qué es difícil para los medios en el Perú salir de esta crisis de contenido? ¿Por qué sigue habiendo televisión basura? Conversamos con el Dr. Eduardo Villanueva al respecto.
Eduardo Villanueva Mansilla es doctor en ciencia política y profesor del departamento de Comunicaciones de la PUCP. Es además editor en jefe del Journal of Community Informatics (ci-journal.org) y miembro del consejo consultivo de la Asociación Latinoamericana de Investigadores de la Comunicación.
Magaly Medina dice que volverá a la televisión en el 2019. ¿Por qué seguimos teniendo personajes cuestionables –ético y en algunos casos legalmente- en la pantalla peruana?
Aquí aparecen dos cuestiones: Por un lado, los medios de comunicación comerciales suelen ser, en todo el mundo, muy conservadores respecto a la innovación, porque sienten que no hay nada peor que tener una innovación que fracase y produzca perdidas. Entonces, lo que ya se sabe que funciona les da predictibilidad en un negocio muy poco predecible. Eso no ocurre con los medios que tienen otros mecanismos de financiación, como los medios públicos, que suelen ser más innovadores, al no tener esa presión o necesidad comercial en términos financieros; esto les permite mayor disposición a apostar por otro tipo de contenidos y nuevas personas. Todos los medios, en el mundo entero, viven una crisis económica severa: es difícil mantener la atención de la audiencia, la capacidad para entretener a la gente viendo televisión es cada vez mas complicada y no es fácil que un consumidor de televisión o radio pase a internet a buscar el mismo contenido.
Por otro lado, la estructura de los medios peruanos y la televisión está muy concentrada alrededor de todo un sistema de conexiones personales, contactos políticos y económicos, que hace que algunas personas lleguen con mucha facilidad a medios, mientras que otras voces son ignoradas porque no son funcionales a estos sistemas de relaciones que sostienen, de cierta forma, el funcionar de la sociedad. Y allí tienes a alguien como Federico Salazar, por ejemplo, hijo de un periodista de la vieja guardia, de derecha, que sin duda es articulado, capaz de escribir y hablar de manera correcta, que -digamos- nació en un entorno donde era fácil volverse líder de opinión pues tenía una sintonía muy grande con este conjunto de poderes fácticos, si quieres, que le dan carácter a los medios peruanos.
¿Realmente son los medios en el Perú ese ‘cuarto poder’ que vigila a los demás poderes fácticos?
No. En realidad los medios peruanos son como una suerte de cuarto estamento de una sociedad, para decirlo con propiedad, y son funcionales a la burguesía establecida. Los medios son extensiones de este estamento. Desde una visión de izquierda es más o menos lo mismo: es más fácil para alguien que está ese sistema de conexiones entrar a medios, que a una persona que puede ser interesante,inteligente, pero no está dentro de ese mundo. Digamos, la critica a lo caviares es válida aunque conchuda: los caviares se llaman y entrevistan entre ellos, sí, pero en el Perú son el 10%. Mientras tanto, la permanencia en los medios, o en el circuito de entrevistas y opiniones, tiene que ver con la funcionalidad con los objetivos económicos y políticos del medio. Por ahí esto explica que alguien que viene de ese mundo como Rosa María Palacios haya terminado convertida en caviar. Por eso alguien como Beto Ortiz, que viene de un mundo alternativo, digamos, se vuelve funcional, y no importa cuánto pueda meter la pata, se sigue quedando en la televisión.
Es aún más grave el caso de Milagros Leyva.
Es el caso más escandaloso y el que más me preocupa. En cualquier país donde la prensa más o menos se preciara de ser medianamente profesional, no habría vuelta, se habría ido y estaría ahora vendiendo cualquier otra cosa. Es ridículo que una persona que ha demostrado no solo no ser particularmente buena en lo que hace, sino que además hizo algo ilegal -pagarle a un fugitivo de la justicia ‘para obtener una primicia’ que demostró ser falsa- siga ahí, tratada como si fuera seria o respetable profesionalmente. Este tipo de personas no tendrían presencia en una prensa que fuese más autónoma respecto del poder. Es un error común pensar que la prensa y medios en el Perú están separadas de los poderes que mueven al país, cuando en realidad es una extensión del poder fáctico ya existente..
Entonces: ¿la televisión peruana es funcional con el poder y al mercado y por eso no mejora?
Algunas razones están en el mercado, sí. La prensa, en el ideal liberal, es un estamento en el que se debería haber una negociación entre el Estado y la burguesía. Evidentemente, no es el caso en América Latina; y en particular en el Perú es escandalosa la funcionalidad de la prensa. Sin embargo, hay excepciones, y algunos programas periodísticos de la TV peruana son mejores desde que se reveló que el fujimorismo tiene un inmenso rabo de paja y no podía sostenerse. De pronto descubrieron una nueva capacidad de investigación y crítica propia de un cuarto estamento.
Y, sin embargo, personajes como Gustavo Gorriti o César Hildebrant están resignados a espacios menores.
Sin duda hay una serie de personas que deberían tener muchas más oportunidades en la televisión. El caso Gorriti, por ejemplo, es singular porque al final Gorriti -más allá de que no era buen conductor televisivo y creo que esto es valido como critica demuestra que es capaz de hacer lo que se espera del periodismo, y debería tener espacios muchos más estables y conectados con la política peruana. Es fantástico que exista alguien que financie las cosas que él hace, pero tampoco es tan sano terminar dependiendo de la filantropía global.
Si sumamos a esto que el periodismo es una profesión muy mal pagada…
Esto es un rollo. Y nunca está demás repetirlo y discutirlo: no hay que mezclar el periodismo con prensa. El primero es una actividad noble que se realiza de muchas formas; el segundo es un negocio con una dimensión sociopolítica importante, sí, pero un negocio al fin y al cabo. Y el gran problema es que el modelo económico de la prensa está en cuestión en todo el mundo. En algunos casos como el New York Times se puede vivir de las suscripciones globales y The Guardian de las compasiones liberales; estos últimos dicen en su publicidad: ¿Ayúdennos,no?
Y claro, todo este caos económico, ético y legal de la prensa peruana tiene efectos graves en el contenido.
Poca gente quiere gastar en prensa y ocurren estas cosas inusuales e incoherentes.Por ejemplo, Ojo es un medio popular, digamos, consumido por sectores de bajos ingresos, etc., pero tienen una columna dirigida a estudiantes universitarios de medianos ingresos. ‘Casos del corazón’ es una joya literaria que conecta con estudiantes de sectores sociales totalmente distintos al del diario, porque les da la gana hacer este tipo de cosas como ‘me conquisto con sus memes’, que not iene nada que ver con el diario, y tienen cierto encanto, pero la pregunta es: ¿qué está pensando el director?
¿Qué es el ‘buen contenido’, Eduardo?
Un buen contenido necesariamente tiene que ser un producto que explote el medio, que ofrezca algo propio, que use el medio de la mejor manera posible, y además que resuene a un nivel que opte por una de las retóricas aristotélicas o que las combine bien: una buena apelación moral, emocional o racional, o una combinación de las tres, y en cada caso sustentada de la manera correcta en términos narrativos, con buena información y que aproveche el potencial expresivo del medio.
Caretas, por ejemplo, es una revista que sufre la decadencia global del semanario noticioso; pese a eso una de las cosas que enorgullece a la revista es que fueron los primeros que estuvieron en internet de América Latina. Lo contradictorio es que Caretas nunca estuvo en internet como tal, sino que publicaba una copia de su contenido impreso en su página web. Nunca han tenido contenido web, no han aprovechado el medio digital, sino simplemente lo han usado de una forma de duplicar el contenido tradicional de la revista. No tienen ninguna importancia en el internet pese a que están, por lo menos, desde 1995 en la red. Incluso con este tiempo no han desarrollado algo propio de lo digital para atraer a otro tipo de consumidor. No discuto sobre el contenido impreso de la revista, solo digo que ese contenido es irrelevante en el medio digital.
Dicho esto, hay otra cosa: el medio como una voz tiene que ser consistente sin importar la plataforma en explotar el lenguaje expresivo. A mí me vuelve loco que los diarios en el Perú tengan dos líneas editoriales: una digital y una impresa. Es decir, se atreven a publicar estupideces en la web que jamás publicarían en el papel y asumen que eso no le hace daño a su marca periodística.Esto es un error y es grave y lamentable.
¿Hablas de La República y El Comercio?
Pero no solo ellos. Pero digamos que, siendo los dos diarios más importantes del Perú, son el ejemplo más claros. En la web publican tonterías que nunca publicarían en el impreso y no entiendo cómo no se dan cuenta de que eso destruye su marca periodística.
El formato cambia pero…
El medio tiene que ser consistente sin importar la plataforma. Y este es el gran drama del periodismo peruano. Hasta cierto punto los medios que tienen a un Beto Ortiz terminan siendo más consistentes. Es decir, se asumen como mala prensa en general.
Se reconocen como basura.
Claro, el mismo medio que publica a Mario Vargas Llosa, Gonzalo Portocarrero, Ricardo Vergara o Martin Tanaka no debería ser el medio que publica las estupideces por puro ‘clickbait’ como hacen El Comercio y La República. El tema es que el diario es una unidad incólume, una obra cerrada, que existe aquí y ahora en la impresión del papel. Ese el periódico tradicional y el periodismo sigue viviendo de esa expectativa de obra cerrada. Pero eso no se puede decir de un diario digital, que está en constante transformación, va cambiando, va creando nuevas versiones; nunca hay una obra cerrada más allá de unas notas que no se siguen editando, mejorando o ampliando. Esto se expresa en lo digital en el sentido que puedo ver todo lo que pasa en el mundo a todo momento. Ese es el destino de la prensa, la prensa se va convertir en eso.
Finalmente, Eduardo, las series de Michelle Alexander tienen una presencia muy fuerte en el Perú hace muchos años y se mantienen en la pantalla con esta idea de ‘no tocar lo que funciona’ y cuando buscas cosas peruanas en Netflix, te aparece ‘Asu Mare’. Y Ni hablar de ‘Esto es guerra’ o‘Combate’ que necesitaríamos 100 páginas. En estos ejemplos vemos pues discursos racistas, clasistas, simplistas y llenos de prejuicios: ¿por qué es difícil encontrar buen contenido de ficción audiovisual en la televisión nacional?
No hay que olvidar que el Perú es un país de dos mercados. Por un lado, existe la clase media es un mercado que consume al estilo del mundo desarrollado (Europa y Estados Unidos); y por otro tienes un mercado de ingresos bajos donde los patrones de consumo funcionan de otra manera. Me acuerdo que cuando estaba en la universidad mis amigos que hacían música querían sacar un LP, llegar aun estudio, sacar discos y venderlos en los distritos consolidados de Lima donde estaban las tiendas de discos. Al mismo tiempo ya existía todo el circuito de la música de los entonces pueblos jóvenes, luego asentamientos humanos, los conos, y ahora llamados de acuerdo a designaciones geográficas como Lima norte, Lima sur. Todo esto es otro mercado. Ambos mercados en términos de productos culturales son muy diferentes, y el estilo de consumo está adaptado a la realidad económica de la zona. Aparece el cable en los 90 y aparecen en ciertas ciudades del Perú y competían con cable limeño, y en Lima tenías canales como Plus tv o Canal N que no es consumido en estas zonas. No hablo del contenido en sentido cultural, sino en su variante en relación al mercado. Sin duda hay superposiciones a nivel individual, pero en general predomina un mercado en una zona; y el otro en la otras partes de Lima.
Entonces, los que tiene plata pues pueden comprar vinilos y acceder a Spotify y Netflix, y los que no, están condenados a consumir el mismo contenido siempre.
Lo que queda como mercado nacional es el segundo mercado, el de menor cuantía en términos de ingreso individual y eso es mucha gente. Ese mercado existe y se produce mucho contenido para él, que no es muy sofisticado en términos de lo que gasta y términos dela demanda. Esa cultura local y urbana de zonas periféricas de Lima es mucho menos sofisticada en términos de su demanda cultural que la que podrías encontrar en la clase media, aunque esta afirmación genere un aullido en la antropología. Entonces: ¿qué hay de la gente que no tiene acceso a Netflix? Pues no tienen la capacidad para pagar por una eventual demanda cultural más sofisticada. Finalmente, todo acto de consumo se basa en tu capital cultural, tus gustos no nacen del aire, se construyen a partir de tus preferencias culturales. Entonces, si te pasas toda tu infancia viendo ciertas formas culturales, evidentemente tu acercamiento a otros medios va a ser distinto. Si no tienes contacto con el ‘buen cine’, digamos, ¿cómo podemos esperar que ese mercado demande esta idea complicada a la que llamamos ‘buen cine’? ¿Cuánta es esa gente en el Perú? ¿5%?Y así volvemos al inicio de esta discusión.