Advertencia: la fe puede ser dañina para la salud

Para hablar de las numerosas muertes que ha causado la fe cristiana no es necesario retroceder hasta la edad media. Para reconocer el potencial mortuorio de la religión no se requiere estudiar la formación de Medio Oriente. Bastaría con retroceder 40 años y ubicarnos en el 18 de noviembre de 1978 cuando en ‘Jonestown‘, la villa autosostenida de los ‘Discípulos de dios’ fundada por Jim Jones en Guyana, fue asesinado el congresista estadounidense Leo Ryan

El congresista recibió disparos en el cuerpo y el rostro. El asesino: un seguidor de Jones infiltrado en el grupo de feligreses quienes le rogaron rescate cuando fue a investigar las graves denuncias por fraude, encarcelamiento, tortura, secuestro, tráfico de drogas y armas que habían llegado hasta el congreso de los Estados Unidos. Horas después, él y sus más de 900 discípulos se suicidaron.

Exactamente 40 años más tarde, el 16 de noviembre del 2018, el estadounidense John Allen Chau contrató a unos pescadores de la India para que lo trasladen en bote hasta la isla Sentinel del Norte. Es conocido que la visita a esas islas está prohibida pues sus habitantes viven ‘desconectados’ del resto del mundo y responden con violencia a cualquier foráneo que se acerca demasiado. Chau se sentía protegido por su dios y bajó del bote para ‘evangelizar’ a ese pueblo. Con la soberbia que caracteriza a los creyentes, se acercó con biblia en mano -con “la palabra de dios” como escudo- a gente que no le había pedido hacerlo. La respuesta que obtuvo llegó en forma de lluvia de flechas que acabó con su vida.  Hasta hoy no se encuentra su cadáver y los últimos en verlo, los pescadores, dicen haber visto cómo enterraban su cuerpo en la orilla.

Entre esos 40 años y esta mañana podemos encontrar una serie de historias asombrosas relacionadas a la religión y la estupidez,.

Por ejemplo, aquí en Perú durante el azote feroz de los huaicos en marzo del 2018 una mujer decidió pedirle a dios que frenará uno que había anunciado cruzar la carretera por la que ella transitaba. Sin importarle las advertencias de los demás viajeros que habían detenido su marcha para ponerse a distancia prudente y dejar que el huaico pase, la señora decidió enfrentar a la bestia de barro parándose frente a ella, quería interrumpir su camino alzando sus brazos al cielo y rogando a dios que la haga protagonista de un milagro. El enorme huaico sepultó a la mujer y el momento quedó grabado en video.

Podemos enumerar una serie de casos de suicidios masivos desde Estados Unidos hasta Uganda: crueles, violentos y muy tristes. Podemos hablar de pastores que mueren cuando en nombre de su dios retan al fuego, bestias y serpientes y terminan enfermos, mutilados o muertos. De tiroteos y asesinatos en nombre de dios. De pastores que curan homosexuales y de supuestos enfermos de SIDA gritando en las plazas -con el permiso de los municipios- que nunca tomaron una pastilla, que tuvieron sexo sin protección con sus esposas y que ni ella ni sus hijos han enfermado… gloria a dios. 

Podemos hablar de curas que llegan en autos lujosos arrastrados por niños, de feligreses pobres que donan su dinero a pastores millonarios. De estados que financian iglesias con el dinero de los impuestos en países donde la salud está en crisis. De pederastia, homofobia, misoginia, y de cuánto dolor toleramos en nombre de un dios que, de existir, ha demostrado ser cruelmente selectivo con el uso de su poder. De un dios que obra milagrosamente sosteniendo durante un terremoto el muro donde se grabó la imagen de su hijo, pero que permite que los pederastas de su iglesia abusen impunemente de los hijos de los demás.

De lo que deberíamos estar hablando es de lo peligrosas que pueden ser las religiones. De cuánta muerte y cuánto odio generan y que se promueven como algo positivo en nuestras vidas sin ninguna advertencia.

Un restaurante no puede funcionar sin revisiones constantes para evitar que sus comensales enfermen. Una cajetilla de fósforos no puede venderse sin una advertencia de que su mal uso podría provocar un incendio. Mientras tanto la religión mata y contamina el cerebro de la gente con odio y estupideces sin que nadie la cuestione o supervise. Y además bendice ceremonias oficiales y recibe dinero del Estado.

Por lo menos, debería ser una obligación advertir lo siguiente: creer ciegamente en la fe nos puede condenar a una muerte estúpida.


Zaperoko: cinco frases homofóbicas

El ciudadano Antonio Gálvez denunció a través de su cuenta de Facebook que un integrante de la orquesta de salsa Zaperoko se burló de él por su orientación sexual. Según Gálvez, Juan Carlos Paz, animador de la orquesta, gritó “Sauu” al verlo en el aeropuerto Jorge Chávez.  El onomatopeya es denigrante y de muy conocido uso en el Perú. Luego de esto salsero gritó nuevamente “¡Tómatelo todo!”, cuando el ciudadano bebía agua de una botella, entre risas de todos los salseros. 

Hemos visto el video de descargo de la banda y la verdad su argumentación nos ha dado lástima porque vemos en ella locuciones bajo las que se normaliza la homofobia. En este post escogemos cinco frases homofóbicas de la defensa de los salseros y explicaremos por qué debería sancionarse. Fue muy difícil para nosotros entender el fin del video debido a las galimatías de los integrantes. Pero aquí vamos.

1.- “Ha sido una broma, una ‘chacota’, pido disculpas al señor Antonio Gálvez, jamás quise ofenderlo, ha sido solo una broma, tengo muchos amigos y familiares y amistades que son gays”

Justamente, en ese primario argumento de “fue una broma” se escuda el señor Paz. Le diremos desde acá algo que tal vez no sabe: las bromas cuando son ofensivas son transgresiones. Burlarse de alguien por cualquier razón es una falta de respeto. Usted, ha faltado el respeto y se escuda, como un niño de educación inicial, en que “fue una broma”. No fue una broma, fue violencia.

2.- “Hemos estado en plan joda, cuando he visto que nos estabas filmando y yo pensé que era un fan, y por eso subí el tono de la broma. La gente que nos conoce sabe que no somos así” 

¿A qué se refiere cuando dice ‘no somos así’? ¿Así cómo? ¿Diferente? ¿Distinto a los demás? Paz no se da cuenta la homofobia contenida en sus oraciones. Simplemente no se da cuenta de que la carga homofóbica de sus palabras.

3.- “Queremos estrecharte la mano y darte un abrazo”

¿Tú crees que el señor Gálvez va a querer mostrarte respeto luego de tu insolencia? Además,  ¿crees que porque das la mano puedes borrar un acto de homofobia? Y por último: sentimos que con esa afirmación hay una una especie de ‘náusea’ de tu parte, como si tocar a un homosexual fuera un gran esfuerzo para ti. En realidad debería ser viceversa.

4.-“Soy humanitario al ayudar a todo este tipo de gente. Mis amigos periodistas saben la calidad de persona que soy”

Gracias por tu apoyo a la comunidad, con tus burlas y bromas homofóbicas seguro hacemos un Perú mejor. ¿Es que no se dan cuenta de que tratan a homosexuales como ‘diferentes’? ¿No ven que el hecho de que perciban a personas de esta opción sexual es el problema central? Esto se llama falacia ad verecundiam, pues el señor Paz considera que la veracidad de su idea depende de la opinión de sus allegados. ¿Qué autoridad tienen sus amigos, señor Paz?

5.- “Soy ‘chonguero y jodido’. El show que yo realizo siempre es así y nunca es con la intención de faltar el respeto. Así hago mis bromas yo en todos mis shows. No te lo tomes personal, a veces las bromas se salen de las manos. No ha habido malicia. Ha sido una ‘palomillada’, ‘espontaneidad’, ‘picardía’, que se ha malinterpretado. Nosotros no hemos atacado”

No sabemos qué diccionario usan los salseros, pero una ofensa es un maltrato. Una ofensa es violencia. Aunque tu intención no haya sido ofender, hay vilipendio, injuria, degradación. Lo más lamentable es que siguen argumentando desde una idea errada, y desde allí sigue brotando los argumentos discriminatorios que hemos analizado en la presente nota.

Este es el lenguaje que usan los salseros de Zaperoko.

¿Un rockero se disculparía igual?